Muro de Berlín… que 30 años no es nada
Berlín Este sigue conservando esa bruma gris que flota invisible, tan ensoñadora para la imaginación como para la memoria. Si lo pensamos bien, sin el muro de Berlín, jamás habría surgido alguien como Banksy
Muro de Berlín o cicatriz de toda una fragmentación ideológica que vivió Europa durante casi tres décadas (acaso aún la viva pero de otra manera). Berlín Este/Berlín Oeste… Acordes y desacordes de tantos y tantos fotogramas que nos vienen a la cabeza
Propongo situarnos en una calle mítica de Berlín. Friedrichsstrasse, más o menos a la mitad… Y que recordemos aquella escena de ‘Cortina rasgada’ de Alfred Hitchcock.
Paul Newman y Julie Andrews buscan la ‘Estafeta de correos’ de Friedrichsstrasse y, sin proponérselo, se convierten en los tan necesarios ‘valedores’ de una berlinesa de a pie para pasar al Oeste. En definitiva, para poder viajar al extranjero.
Después de todo, ellos son americanos y prácticamente lo pueden todo, ¿no? Es una película de 1966 (muchos no habíamos ni nacido aún), pero el personaje de la berlinesa ‘entrada en años’ que sueña con otro horizonte sigue aún conmoviendo.
Hoy Berlín ha cambiado y crecido mucho, símbolo de modernidad y vanguardias culturales, pero Berlín Este sigue conservando esa bruma gris que flota invisible, tan ensoñadora para la imaginación como para la memoria.
Esa esencia que bascula bien entre la modernidad de Postdamer Platz y la identidad de esos sorprendentes patios o ‘höfe’ que serpentean entre los viejos edificios en torno a Oranienburgersstrase, en el barrio de Mitte, donde las galerías de arte abren a las 12 de la noche…
A nadie se le esconde que el Arte es el exponente máximo de la comunicación, la forma más primitiva y a la vez la más contemporánea de entendimiento entre las personas… Verdadero lenguaje universal, transmisor de los más profundos sentimientos.
En este sentido, el muro de Berlín se convirtió en auténtica memoria histórica no sólo de una ciudad dividida desde 1961, sino de todo un mundo separado en dos bloques desde el fin de la 2ª Guerra Mundial.
Algo férreo que, aún pareciendo inamovible entonces, fue el verdadero precursor del arte urbano del grafito. Si lo pensamos bien, sin el muro de Berlín, jamás habría surgido alguien como Banksy.
Cada uno de aquellos alemanes condenados a vivir separados, que salieron a la calle a decorar el muro de la ‘Guerra fría’ con sus sueños, esperanzas e ilusiones coloreados a escondidas, sin miedo… Todos y cada uno.
Todos y cada uno de esos anónimos personajes, fueron la valiente vanguardia a alguien como Banksy o Eduardo Kobra. No hay mayor y mejor lienzo que aquél que te brinda la vida para cambiarla.
Y no hay muro más alto que el del miedo.
La ‘East Side Gallery’, como se conoce a la galería de arte a cielo abierto más grande del mundo, además de uno de los lugares más emblemáticos y visitados de Berlín, es testimonio de esta realidad.
Cada año, aproximadamente unos tres millones de personas pasan por la East Side Gallery, el mural que acumula pinturas de 120 artistas internacionales a lo largo del kilómetro y medio de muro que partió Berlín en dos.
Y con ello, al mundo. Separó el Berlín occidental, enclave de la capitalista República Federal de Alemania (RFA) en la Alemania comunista, del Berlín oriental, capital de la República Democrática de Alemania (RDA).
Pero volvamos a Friedrichsstrasse, porque si miramos en una dirección encontramos las famosas iglesias gemelas, pero en la otra… Uno de los museos más conmovedores que existen sobre la faz de este crispado planeta. El del Checkpoint Charlie, en el antiguo puesto fronterizo entre los dos ‘Berlines’… Un museo lleno de sentimientos. El museo del ingenio de la mente humana por antonomasia.
¡Esto sí que es ‘la imaginación al poder’, a la vez que la vida abriéndose paso! Un espacio que concentra todos los artilugios y mecanismos que los berlineses fueron capaces de desplegar para burlar las estrictas medidas de seguridad que cercaban el muro.
Es un museo de la memoria al tiempo que de la esperanza, nacida ésta de la más absoluta desesperación por huir. Es un retrato realista y conmovedor de toda una época, que me encanta…
Imposible no derramar una lágrima de emoción por cuantos lo consiguieron, pero también de tristeza por tantos como se quedaron en el camino.
Y por todos ellos nos acercamos al Café Adler, justo enfrente del Checkpoint Charlie, para recomponernos sentados a la mesa mientras todas esas fugas flotan en el aire de un puesto fronterizo tan emblemático.
Ya fueran los vientos, nuevos o no, los que le soplaran al oído, como mismo hacía el ángel Cassiel en ‘El Cielo sobre Berlín’ de Win Wenders.
¿Cuántos apostarían por dejarse caer desde lo más alto del ‘Ángel de la Victoria ’ (dorado monumento que domina el cielo de la ciudad de Berlín), tal y como hacía el actor Otto Sander en el papel del ángel Cassiel?
Hace 8 años, ya en estas latitudes, el pintor Fernando Álamo me decía: “Mi desencanto nace de la clase política, que nos ha arrimado, literalmente. Ha conseguido que la distancia entre dos mundos, el político y el del conjunto de la sociedad, sea cada vez mayor”.
“Mayor aún que al inicio de la democracia en este país, cuando se votaba con alegría en la época de la transición. El desengaño es tan grande que la población que se decide a hacer uso de su derecho al voto, se acerca a las urnas con desilusión, con el único ánimo de mover del sitio a los que están, pero sin grandes esperanzas de cambios”.
“Para mí el poder político está a ‘2000 años luz’, como decía aquella canción de los Rollings Stones; o perdido, como aquella otra de David Bowie, ‘Space Oddity’…”
Así las cosas… ‘Zeit, dass sich was pret’ (Es tiempo de que esto se mueva), era el estribillo del himno mundialista coreado por los casi 70.000 mil asistentes que abarrotaban el estadio de Allianz Arena de Munich durante la inauguración del Mundial de fútbol 2006.
¡¿Y si lo echamos abajo otra vez?!…