Murgas sin gracia
En los últimos años, las murgas en Canarias han tomado una deriva que se aleja cada vez más de los objetivos para las que fueron creadas
Seguramente me voy a meter en un berenjenal del que no saldré bien parado. Tras pasar la primeras fases del concurso de Murgas de las Palmas de Gran Canaria frente al televisor me hago varias preguntas a las que no le encuentro respuesta.
Las Murgas son agrupaciones musicales con instrumentos auto-fabricados o inventados que, a través de sus canciones, siempre en tono de HUMOR, critican y ridiculizan las principales noticias o situaciones que han ocurrido durante el año, ya sean informaciones sociales como políticas. Se trata de molestar, fastidiar y de aprovechar para decir cosas de corte social o político que normalmente no se pueden decir, “dar la Murga” al fin y al cabo. En tiempos de la dictadura de Franco sólo las murgas tenían este privilegio.
Estas agrupaciones se extienden por toda América Latina y España. En nuestro país es en Andalucía y Canarias donde han encontrado mayor arraigo. Al mirar otros tiempo no tan lejanos me viene el recuerdo de murgas con un sentido del humor y un alto grado polifónico. Afinaciones esmeradas, textos compactos con verdades objetivas con una finalidad principal, el humor y divertir a los asistentes. En los últimos años, las murgas en Canarias han tomado una deriva que se aleja cada vez más de los objetivos para las que fueron creadas. En la actualidad, las letras apenas se entienden, son repetitivas y los recursos polifónicos desordenados e inexistentes, pero sobre todo, ya está uno cansado de oír lo sacrificado y duro que es pertenecer a una murga de carnaval.
Yo pensaba que era divertido que uno se hacía miembro para reunirse un par de veces en semana con los amigos para pasárselo bien en la sociedad mientras se diseñan trajes, canciones y las estrategias para el nuevo año, Pero no, me equivoqué. Por lo que escucho en sus canciones el carnaval, su carnaval, porque lo lo consideran como propio, “Mi Carnaval” como dicen, es cansado, un sacrificio al fin y al cabo. Están ahí para hacerles un favor al pueblo que los escucha, al Ayuntamiento y al sursum corda.
Las murgas viven en un submundo carnavalesco en el que ellos y solo ellos están al tanto. Que si se copian las letras, los diseños de trajes, desaires municipales, pleitos entre murgas, fichaje y traspaso de armonizadores, etcétera. Es cierto que su participación es vital en este carnaval pero también es verdad que se les facilitan locales para ensayar y reciben ayudas o subvenciones por parte de la corporación municipal.
Cuando vuelvo la vista atrás, al principio del carnaval, recuerdo que me reía sin parar con las murgas y, a veces, hasta me asustaba con algo atrevido que comentaban de algún político, eran otros tiempos. Hoy no me pasa eso, cada vez me resultan más tediosas y no me dicen nada. Esperemos que vuelvan los tiempos en que el humor sea el protagonista. Me quiero divertir de nuevo y recuperar la alegría sana del carnaval. Espero que las murgas no se sientan ofendidas ni atacadas, nada más lejos de mi intención. La crítica y la denuncia está bien pero por favor recuperen el humor, la risa y la alegría.