Momias faraónicas desfilan por El Cairo
Momias desfilando en estela dorada, por más faraones y reinas que sean, o como decidieron titularlo las autoridades egipcias… ‘The Pharaohs Golden Parade’, esto es, el desfile dorado de los faraones.
Desde luego, impresionante es, y mucho. También que, tal y como cabía prever, las imágenes dieron la vuelta al mundo. Porque 18 faraones y cuatro reinas de 3.000 años de antigüedad no se ven en procesión todos los días.
Una orquesta en directo, más de 400 periodistas acreditados para cubrir el momento, y honores militares para darle aún más rango. Danzas, luces y una puesta en escena que ya la hubiese querido para sí Cecil B. De Mille en las gloriosas epopeyas históricas que retrató el cine clásico.

Ceremonia oficial en la plaza central donde se celebró por todo lo alto el traslado de faraones y reinas al nuevo museo. (Foto Egypt TV).
Pero no nos engañemos, son 22 momias reales emprendiendo un nuevo viaje, pese a la prohibición ancestral de no ser trasladadas jamás desde sus tumbas… Y hay quien ya dice que el accidente en el Canal de Suez podría formar parte de la maldición faraónica por este nuevo movimiento.
Todo un espectáculo de Hollywood para emprender un viaje del pasado al futuro, del Museo Egipcio de El Cairo, o Museo de Antigüedades Egipcias, hasta el nuevo y monumental Museo Nacional de la Civilización Egipcia, en la zona de Fustat, a las afueras de la capital egipcia.
Pero también un recorrido de casi una hora por las calles de El Cairo partiendo desde la emblemática Plaza Tahrir, símbolo de la ‘Primavera árabe’ y su revolución, al otoño o más bien el invierno de los tiempos.
La exaltación del paganismo de unas momias de los dioses de otros tiempos, y de la realeza, ante sectores como la mayoría de los ‘Hermanos musulmanes’, con quienes no combinan bien este tipo de representaciones religiosas.
Un despliegue de lujo para atraer al turismo de futuro ante un pueblo que sufre desigualdades y pobreza endémica. No se sabe bien cómo será el encaje sociológico de esta demostración que, a nivel internacional, es un rotundo éxito.
Inevitable no pensar en la tan popular Anck-Su-Namum, gracias al cine, antes que en el busto de Nefertiti que puede verse en Berlín. Pero también en la famosa máscara de Tuntakamón y todas las desgracias acaecidas tras la profanación de su tumba, en el Valle de los Reyes.
Urnas de vidrio con nitrógeno bien embaladas en carros de combate con ‘atrezzo’ y glorificación de antiguos monarcas para animar la pandemia y una crisis económica agudizada. Casi un ‘carnaval’ a destiempo, también. Aunque cuente con la participación de Ramsés II y Nefertiti.
Lo cierto es que nunca antes se vio nada igual, pero que nos demuestra que lo de la realeza es cosa de otros tiempos, desde luego. Es asunto de momias.