Migraciones, ¿robo o encuentro?
La Cruz que observamos (la que ilustra el artículo) ha sido construida a partir de los palos de los asientos de las pateras que han llegado a la costa de Arguineguín (Gran Canaria, España). Los colores, negro y celeste, resultan familiares, puesto que predominan en la mayoría de las pateras. Los palos que la conforman están desgastados, lo que nos permite hacernos una idea de la dura travesía que han recorrido. Tanto los tornillos como los clavos formaban parte de la patera original, no se trata de meros accesorios. La parte superior de la cruz es más oscura, invitándonos a reflexionar sobre la cantidad de personas que se hundieron en la noche y no llegaron a su destino.
Junto a la Cruz encontramos un trozo de madera que formaba parte de la base de la patera; y al mismo tiempo, también se aprecian distintos objetos y materiales auténticos del largo viaje: gorras, latas, llave de bujía, medios de pesca…
En la realización de esta cruz, no era posible dejar de sentir algo “misterioso” en cada palo que colocaba. Imaginar el sufrimiento, el miedo de los que estuvieron en esa patera, sus sueños y el precio a pagar… No es fácil trasmitir su testimonio y al mismo tiempo la ilusión de las personas que deciden embarcarse. Por eso no busquemos para reflejar la vida de los inmigrantes una cruz atractiva a la vista. Veamos en esta cruz la cruda realidad que muchos han vivido y otras tantas están en ella en estos momentos.
La hemos llamado la Cruz del Encuentro porque busca el encuentro. Encuentro, sin duda, entre los ciudadanos de los países de destino y los migrantes. Encuentro, también, entre países enriquecidos y empobrecidos. Porque hoy la emigración es un robo. Y los pueblos emisores necesitan a las personas que pierden. Solo una humanidad de “Todos hermanos” es la solución y hacia ella caminamos.
El encuentro con los migrantes está en las antípodas de cualquier forma de explotación, de cualquier forma de maltrato. El encuentro fraterno con los migrantes se aleja de las posturas xenófobas que en el panorama electoral ejemplifica Vox. El verdadero encuentro con los migrantes, sin embargo, tampoco se identifica con las posturas políticas que simplemente abogan por la llamada “integración” y que podría ejemplificar Unidas Podemos. Puede ser un poco más humanitaria pero no resuelve el problema de los migrantes que se “integran” en la sociedad pero no pueden atender a sus padres en sus lugares de origen y a veces ni siquiera ir a sus funerales porque están aquí tan integrados que ya no pertenecen a sus pueblos originarios sino a las comunidades de destino. ¿Es justo? No. No se puede empobrecer a los pueblos enriquecidos arrebatándoles lo mejor (su gente) porque aquí se haya decidido tener mascotas y no hijos.
Eugenio Rodríguez es doctor en Teología y párroco de San Marcos.