Masha Amini, violencia hacia la mujer: de Irán a Ahuja
La mártir muerta a porrazos en la comisaría de Teherán, acredita que Irán tiene una policía de la moral, pero resulta que España atesora reliquias del pasado como el Colegio Mayor Elías Ahuja, adscrito a la Complutense de Madrid
Masha Amini. Decía la poetisa Louise Glück que “miramos el mundo una sola vez, en la infancia. El resto es memoria”. No sé si Masha Amini pudo mirar al mundo antes que la muerte le cerrara los ojos, brusca y dolorosamente.
Pero estoy segura de que sí lo miró mientras acariciaba el mechón de su cabello, ése que escapaba de la memoria de otros y retornaba a su infancia, la de Masha.
Es verdad que Masha soñó el mundo solo una vez, cuando era niña. Y volvió a soñarlo justo antes de morir. Acaso fuera ésa la única libertad que le quedaba, la de soñarla.
Masha salió de casa y jamás regresó, por no llevar bien puesto el ‘hiyab’, el velo islámico. Sí, islámico, porque a las cosas hay que llamarlas por su nombre.
Muerta a ‘porrazos’ en las dependencias policiales de Teherán tras haber sido detenida por la ‘policía de la moral’. (Si acaso es moral que exista un cuerpo de seguridad dedicado a esa intromisión en la esfera personal del individuo).
A una semana de cumplirse el mes desde que una joven de 22 años muriera por mostrar un mechón de su cabello, el mundo entero sigue sin dar verdadera trascendencia a lo que está sucediendo en Irán.
Allí donde casi un centenar de personas han fallecido por denunciar la opresión bajo la que viven (doble, en el caso de las mujeres), y ni se sabe el número exacto de detenciones que se han llevado a cabo en las manifestaciones por todo el país.
Miles de mujeres están quemando sus ‘hiyabs’ y cortándose el pelo como forma real de activismo, ése que no precisa de programas, presupuestos ni subvenciones, sino que tienen el valor de la vida… Cuando a ésta le cuesta la muerte.
Una lucha que tiene nombres y apellidos, no cifras. Rostros más allá del género y todas las lágrimas que cabrían en el mar si lo usáramos como tumba.
Ayer sentí la arena de la playa más gruesa bajo mis pies, y ello retrasó mi ritmo, como quien busca los pasos perdidos pero sin mirar atrás. Y aún cuando el viento paró de soplar, sentí la ventisca en mis ojos. El nombre de Masha resonaba en mi mente.
No hay término medio para la democracia, o se cuenta con ella o no. Se es demócrata o no se es. Irán tiene una policía de la moral y resulta que España atesora reliquias del pasado como el Colegio Mayor Elías Ahuja, adscrito a la Universidad Complutense de Madrid… Nada menos.
Y resulta que ambas figuras se amparan en la religión. El infame cuerpo de seguridad iraní, en el Islam mal entendido. Los sujetos internos en semejante institución, que aúllan a las mujeres, en el catolicismo de los ‘Padre Agustinos’.
Violencia soterrada y sostenida en el tiempo hacia la mujer. Porque sí que hay términos medios más allá del pensamiento único de quienes dirigen una nación, al menos en el resto del mundo. Al menos en Europa… Y creía que en España también.
Lo cierto es que mientras en Francia actrices de la talla de Juliette Binoche, que siempre visibiliza lo invisible, se cortan el cabello y suben el vídeo a sus redes sociales en apoyo de las mujeres iraníes…
En España, el vídeo que se filtra mancilla, acorrala y aterroriza a cualquier mujer que decida verlo hasta el final. Ni putas ni sumisas, porque la verdadera moral es el sueño de libertad.