Marsella, que el mar te guarde…
No es de extrañar que hayan hecho de ‘la sardina’ el ‘souvenir’ marsellés en el corazón de la ciudad, en el barrio de ‘Le Panier’. El visitante se rendirá a la belleza cultural e histórica de la segunda urbe más poblada de Francia
Marsella, con más de 300 días de sol sobre sus 16 barrios y su millón de habitantes, vive de cara al mar… Es una ensenada perfecta para cualquier marinero del mundo.
Y también para cualquier viajero, que queda prendado al momento de su luz. ¡Para qué negarlo! Las ciudades costeras destilan una claridad muy particular, y es como si incluso el sol se pusiera más tarde (aún cuando ya se ha puesto).
El mar se siente presente en cada rincón de Marsella. ‘Está en el aire’, como la canción. Su aroma, el colorido de las puertas más allá del azul en su casco histórico, sus mercados y hasta la manera de pregonar los productos.
Marsella debe ser de las pocas capitales en las que, pese a ser una gran ciudad, asistes a la llegada del pescado fresco en los barcos a media mañana (siempre antes del mediodía), mientras paseas por su frente marítimo con todo el bullicio más ‘urbanita’ a tu espalda.
En ese ‘Puerto Viejo’ que aún hoy en día, sigue siendo su verdadero centro neurálgico. Así, la venta de pescado se mezcla con los ‘selfies’ de los turistas y los locales paseando, metidos en sus gestiones.
Pero no cuesta diferenciar a los pescadores que llegan de faenar…Con la piel enrojecida de tanto sol y tanta sal, comparten rincones con los curiosos mientras siguen respirando el mismo mar. Casi baña a la Iglesia de Saint-Ferréol, acogedora y misteriosa, a pie del paseo. (Antes se encontraba allí una importante sede de los Templarios).

Marsella acumula tradición y costumbres (como la pesca) en apuestas artísticas de vanguardia como los graffitis. (Foto Espiral21).
Pero mucho antes, y procedentes de Betania en Palestina, habían arribado a sus costas… Lázaro, María Magdalena y Marta, junto a sus sirvientes Marcelo y Suzana. Además de María Salomé, madre de los apóstoles Santiago y Juan.
No en vano, el dulce por excelencia de Marsella simboliza las naves en las que llegaron las ‘Santas’ a Europa desde Betania. Y comer ‘navettes’, a base de harina, azúcar, huevos, mantequilla y flor de naranjo, es lo más típico.
(Están ricas en todas sus variantes, que van desde la canela o el anís, al limón o la lavanda. No te pierdas las de ‘Four des Navettes‘, en el distrito 7, la panadería más antigua de toda Marsella).
Huían de la persecución de Herodes Agrippa y corría el año 43 cuando llegaron a Francia por el sur, a las costas de la Provenza. (Fueron por tanto, según la tradición, Lázaro y María Magdalena los primeros evangelizadores en Marsella).
Me pregunto si el mar no arreciaría antes lo suficiente como para que las olas llegaran hasta los bancos de esta pequeña iglesia, bañando las mismísimas oraciones de los creyentes. Todo atañe al mar en Marsella.
No es de extrañar que hayan hecho de ‘la sardina’ todo un personaje del ‘souvenir’ marsellés en el corazón histórico de la ciudad, conocido como el barrio de ‘Le Panier’. Sus coloridos rincones entre callejones que suben y bajan coqueteando con el visitante, le reservan más de una sorpresa a cada esquina…
Como el jabón de Marsella, en todas sus mil variantes (procedente de la lejana Siria en su día). En realidad, Marsella alberga desde su nacimiento el puerto más importante de toda Francia. (Sus dimensiones son impresionantes, casi imposibles de abarcar con la vista).
Pero es que desde que llegas a Marsella, ya sea en avión, tren o por carretera, sientes la presencia del Mediterráneo que lo envuelve todo. En particular, si llegas en tren a la gran Gare St Charles, sentirás el mundo a tus pies… Separado tan sólo por el mar.

La Escalinata de St. Charles preside la llegada del viajero en tren a Marsella, con Asia y África a sus pies (Fotografía Espiral 21).
Marsella te recuerda en ese momento por qué las escaleras de su estación central de trenes podrían conducirte tanto a África como a Asia… ¡Qué escalinata más maravillosa!
La Gare St Charles fue un verdadero cruce de civilizaciones y el paso obligado para los viajeros con destino a África y al Medio Oriente. Las figuras que reposan a los pies de esta escalera monumental de St Charles, inaugurada en 1927, nos habla de todo ese exotismo que esconde el viajar.
Toma el tranvía y ve hasta la ‘rue Longue des capucins’. Imprescindible… Occidente y Oriente juntos en un mismo mercado…
Es la calle más pintoresca de la ciudad. Y también la que nos recuerda que Marsella mira a la costa norte de Africa al tiempo que al Mediterráneo, esto es, Argelia, Túnez o Marruecos.
‘Tagines‘, dulces de hojaldre, miel y frutos secos, aceitunas con especias… Y todo un ‘méli-mélo’, que diría un francés, que te lleva a perder la noción de dónde estás exactamente… Y La Canebière, por supuesto, el largo ‘boulevard’ que acoge la vida comercial de Marsella.

Marsella disfruta de una amplia vida de ocio para turistas. En la imagen, la autora del reportaje con su smartphone inmortalizando las escapadas para Espiral21.
Pero no te olvides de que debes probar el famoso guiso de la ‘ratatouille’ y la ‘Bullabesa‘, claro, (bouillabaisse, en francés), la famosa sopa marsellesa de pescado con Rodaballo y congrio… ¡Pero ojo dónde, no peques de ‘turista’!
También en el distrito 7, el coqueto restaurante decorado con motivos marineros, ‘La boite à sardine‘, tiene un sinfín de recetas tradicionales con el mar como protagonista indiscutible.
Y por supuesto, una copia de ‘pastis’ o anís típico de Marsella, menos dulce y más seco.(El atardecer en el Palais Longchamp, museo de Bellas Artes y de historia natural, sería un buen lugar).
Capital de la Provenza, es la segunda ciudad más poblada de Francia. ¡Y se nota! Bulliciosa como ciudad portuaria que es, llena de color y pura diversidad, se abre al mundo desde ese Mediterráneo que la baña.
Cosmopolita como pocas, Marsella mira al mar siempre. Lo mismo desde el Tiovivo o carrusel de época que desde lo alto de ‘Notre-Dame de La Garde’, auténtico símbolo de la ciudad, que vela por sus habitantes y sobre todo, por los trabajadores de la mar.
Desde cualquier punto de la ciudad, puede verse la hermosa e imponente silueta de la catedral, que se eleva a 154 metros sobre el nivel del mar. Te recomiendo subir a pie aunque sea casi un desafío, sobre todo, por todo cuanto vas descubriendo a tu paso.
Pero si lo prefieres, toma el bus número 60 que sale desde el puerto viejo o ‘Vieux Port’. (En cualquier caso, sí que deberás apostar por él a la hora de bajar, si no quieres terminar ‘rodando’).

Marsella en toda su extensión costera es una de las visitas obligadas del Sur de Francia. (Espiral21).
El dorado Bizancio te dejará con la boca abierta cuando cruces el umbral de esta catedral. Los ‘ex-votos’ de barcos y detalles del mar, que adornan el templo por todas partes, nos recuerda que es la guardiana de los marineros y pescadores.
Su situación en una colina de la ciudad revela cómo servía de fortaleza vigía. Da igual por dónde llegues a Marsella, esta iglesia neobizantina te sigue guiando y guardando, con Nuestra Señora de la Guarda coronada en su cúpula.
Tampoco debes perderte el ‘Memorial de la Marsellesa’, un pedacito de la historia francesa en un himno que tantas veces hemos escuchado cantar en el cine.
Y frente al Puerto Viejo, el emblemático ‘Castillo de If‘ en ferry…Una isla que sirvió de cárcel para los presos más peligrosos. (Y los más famosos, porque inspiró a Alejandro Dumas para el ‘Conde de Montecristo’).
Otro de los lugares más fotografiados es el Fuerte de San Juan, Monumento Histórico de Francia, que vigila la entrada al puerto viejo de Marsella desde la era antigua.

La moderna integración del Puerto en la ciudad de Marsella, con motivo de su capitalidad cultural en 2013, pasa por el MuCem (Fotografía Espiral 21).
Y unido al ‘Fort Saint-Jean’, mediante un puente o pasarela de 130 metros sobre el mar, el MuCem o Museo de las Civilizaciones de Europa y del Mediterráneo. Inaugurado en 2013, año que Marsella fue Capital Europea de la Cultura, es sencillamente… ¡Espectacular!
La mezcla de dos estilos arquitectónicos tan absolutamente diferentes y en perfecta armonía, propuesta de Rudy Ricciotti, refresca de arte como la misma brisa que sopla desde el mar sobre la ciudad más antigua de Francia.
Sus vistas en la misma margen del mar, la Basílica de Santa María la Mayor o ‘Sainte-Marie-Majeure’, de estilo romano-bizantino. Por lo demás, dejarse llevar por los olores y los colores que impregnan de mediterráneo esta ciudad en continua expansión.
Como mismo te mece el mar que te guarda, Marsella.
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Y como ya sabes, al final de cada artículo iremos enlazando cada una de las 12 ciudades que Nadia te presentará a lo largo de la serie de 12 reportajes:
0. Presentación (visita Escápate conmigo, 12 destinos, 12 experiencias).
1. Spoleto (visita Spoleto, Joya oculta del medievo italiano).
2. Rotterdam (visita Rotterdam, de ajetreado puerto a ciudad ‘trendy’).
3. Tesalónica (visita Tesalónica, donde Aristóteles aún susurra.)
4. Estambul (visita Estambul, cambia de continente sin salir de la ciudad).
5. Kyoto (visita Kyoto, donde hallar el Cielo en la Tierra).
6. Nueva York-Brooklyn (visita Brooklyn, el tesoro escondido de Nueva York).
7. Río de Janeiro (visita Río de Janeiro lienzo de mil colores).
8. Marsella (visita Marsella, que el mar te guarde…).
9. Lisboa (visita Lisboa, adonde el Cristo mira).
10. Sevilla (visita Sevilla para herir, decía Lorca. Para sentir, siempre.).
11. Tel Aviv (visita Tel Aviv, la gran Manzana del Mediterráneo).
12. Dubrovnik (visita Dubrovnik, de torre a torre y tiro porque me toca).
Asómate a la mirada escondida en cada uno de sus relatos, recuerda que esta serie la publicaremos regularmente gracias al patrocinio de Telefónica Movistar Cloud.
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