Lyon, la danza no deja a nadie atrás
La vegésima edición de la Bienal más importante del mundo reúne 48 espectáculos de 14 países bajo la dirección del portugués Tiago Guedes. "Es una programación igualitaria que ofrece diversidad de estéticas, formatos, historias poéticas o políticas, generaciones y procedencias de artistas"
La Bienal de Lyon, el mayor evento de danza del mundo, trata de ampliar su horizonte para no dejar a nadie atrás, uno de los lemas institucionales más utilizados en la Europa global, la Europa integradora, la Europa de los Derechos, de la Igualdad, la Libertad y la Fraternidad que acunaron sus primeros pasos en 1984, cuando Guy Darmet impulsó un festival que llega ahora, por mérito propio, a su 20 ediciones.
Tras los años de pandemia, confinamiento y reajustes económicos y sociológicos, la Bienal de la danza arrancó con su tradicional desfile (con más de 100.000 espectadores). Un estallido de color y alegría con 4.000 bailarines, músicos y figurantes, en su mayoría aficionados, que tomaron las calles del centro de la capital del Ródano, en búsqueda permanente del diálogo entre las artes y la actividad física como hilo conductor.
“El desfile es un proyecto emblemático de lo que ahora llamamos acción cultural y mediación cultural. Conlleva un año de trabajo entre coreógrafos profesionales y aficionados, en términos de danza, así como de música, vestuario, construcción de carrozas… Se trata de ‘arte total’. La ciudad se transforma en un espacio de danza, y todo el mundo baila con esta idea de que la danza está en todas partes y es para todos“, declara el director Tiago Guedes, director artístico de la Bienal.
“Realmente, la Bienal tiene que dar visibilidad a todas las danzas. El desfile es el gran indicador de esta idea de democratizar la danza“, añade con orgullo Tiago Guedes a los medios de comunicación.
El programa de la 20 Bienal se prolonga hasta al 30 de septiembre (empezó el día 9) y, como expresa Guedes, “estamos ante una Bienal de transición“, cuyas elecciones artísticas ya fueron realizadas por su antecesora, Dominique Hervieu.
Más que nunca, indica el director, la Bienal explora y descubre la coreografía contemporánea, con 48 espectáculos y proyectos de creadores de 14 países disitintos. “Es una programación igualitaria que ofrece diversidad de estéticas, formatos, historias poéticas o políticas, generaciones y procedencias de artistas“.
El nivel de la Bienal sigue en una nota alta. En estas semanas se pueden contemplar piezas individuales hasta otras de gran formato. Como subraya Tiago Guedes, “los artistas reunidos cuestionan su práctica (Silvia Gribaudi, Nach, el Collectif Petit Travers), exploran nuestra relación con la realidad y los horrores de nuestras sociedades (Phia Ménard, Dimitris Papaioannou, la Compagnie Dyptik, Vincent Dupont), se sumergen en sus comunidades —Qudus Onikeku, Tamara Cubas, Fouad Boussouf—, o nos recuerdan constantemente la relación filial que el gesto mantiene con la música —Catherine Gaudet, Anne Teresa De Keersmaeker, Marco da Silva Ferreira“.
También existe el placer de acoger a artistas que han estado ausentes de los escenarios de Lyon durante demasiado tiempo, como Lia Rodrigues con su mágico Encantado, o presentes por primera vez en la Bienal como Boris Charmatz. Y sin embargo, uno de los platos fuertes, pues su creación es para la Tanztheater Wuppertal de la inolvidable Pina Bausch.
La Bienal se desarrolla en salas de cine, pero también en espacios públicos con oferta todoterreno. Una cita indispensable para los amantes de la danza, el arte y la escena. Y siempre, un viaje de ensueño.