Lorca soñó Woodstock
Muerte y vida. Vida y muerte. Libertad. El uno, camino de Alfacar, donde se hace el pan, fuera de Granada. Los otros, en una granja de Woodstock. El primero fue un duelo sin velatorio, a escondidas de la misma noche. El segundo, un festival de vida a la luz de la vigilia de todos
Lorca soñó Woodstock 33 años atrás. Quizá un poco antes, incluso. Tal vez cuando fue ‘Poeta en New York’. Pero aquella noche lo soñó. Seguro. Y recordó que ya lo había soñado años atrás. Toda su vida, en realidad.
Y antes de que amaneciera, soñó todo cuanto recordaba y recordó todo cuanto siempre había soñado. La madrugada del 18 de agosto les recordaría ya para siempre. Federico García Lorca y Woodstock. Compartieron fecha y hora. La ‘madrugá’, uno. El ‘after’, todos.
Muerte y vida. Vida y muerte. Libertad. El uno, camino de Alfacar, donde se hace el pan, fuera de Granada. Los otros, en una granja de Woodstock. El primero fue un duelo sin velatorio, a escondidas de la misma noche. El segundo, un festival de vida a la luz de la vigilia de todos.
La madrugada del 18 de agosto de 1936, aquel hombre que un día escribiera “En la bandera de la libertad bordé el amor más grande de mi vida”, fue fusilado a las 4:45 horas, aproximadamente. Federico García Lorca murió asesinado por ser un hombre libre y decirlo. Por soñarlo, en el camino que va de Víznar a Alfacar.
“…Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto, soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego, no creo en la frontera política”. Diría al periodista Luis Bagaría en una entrevista para el periódico ‘El Sol’ de Madrid, poco antes de su muerte.
Su cuerpo permanece enterrado en una fosa común, anónima, en el camino que va de Víznar a Alfacar, donde se hace el pan, fuera de Granada. Y el país que lo mató sigue viviendo, con cordura, la locura de no saber dónde está la tumba de su poeta más internacional.
Pero Federico García Lorca lo dijo. “La poesía no quiere adeptos, quiere amantes”. Lorca soñó Woodstock, porque soñó la libertad. Porque poesía es libertad. Sin límites, la una como la otra. Porque la halló donde mismo la buscarían los protagonistas de Woodstock 33 años más tarde.
Cuando Lorca se asomó a la sociedad norteamericana (Nueva York, 1929-1930), despreció el capitalismo y la fría industrialización de la sociedad moderna. Sintió rechazo hacia el trato que recibía allí la minoría negra. (Ya había expresado lo mismo con los gitanos en España). ‘Poeta en Nueva York’ de Lorca, publicado tras su muerte (no en España), fue ese grito de denuncia contra la injusticia y la discriminación. Apuntaba con el dedo a la deshumanización de la sociedad moderna y reclamaba una nueva.
Libertad, justicia, amor y belleza…¡Escucha bien la letra!…Suena Woodstock y estamos en la misma madrugada del 18 de agosto. Pero de 1969 y el Festival de Woodstock tocaba a su fin después de tres intensos días en un descampado en el que se esperaban 60.000 personas y acudieron 500.000. Nixon mandó cerrar la frontera con Canadá. Hubo tres muertes y dos nacimientos.
La vida se abre paso. Siempre. El festival que se convirtió en símbolo de toda una generación, no sólo de estadounidenses, que rechazaba la guerra y preconizaba la paz y el amor como modelo de vida. La imaginación al poder…Pero Lorca ya lo había soñado y, antes de abandonar Nueva York, dio una conferencia en el ‘Spanish Institute’.
‘Imaginación, inspiración, evasión’, tituló. Y habló de la poesía como ‘fenómeno poético puro’… “Ya no hay términos, ya no hay límites, ya no hay leyes explicables. ¡Admirable libertad!”, diría entonces. Diría también hoy.
Yo quiero que el agua se quede sin cauce,
Yo quiero que el viento se quede sin valles.
(‘Yo quiero que el agua se quede sin cauce’)
Y el agua quedó sin cauce durante tres días (Y después de aquello. Ya nada fue igual). Jimi Hendrix. Joe Cocker. Joan Báez. Carlos Santana. Janis Joplin. The Who…Acabó la madrugada del 18 de agosto de 1969. Se le vio por última vez la madrugada del 18 de agosto de 1936. Después, vendría la Guerra Civil. Y otras más… Porque “Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles” (New York). También hoy.
Pero que todos sepan que no he muerto;
Que hay un establo de oro en mis labios;
Que soy el pequeño amigo del viento oeste;
Que soy la sombra inmensa de mis lágrimas.
(‘Pero que todos sepan que no he muerto’)
Nota de la Redacción: El presente artículo, que se publicó el 22 de agosto de 2015 cuando Espiral21 mantenía aún la cabecera Meridianews.com, quedó entre los seis finalistas (de 120 participantes) del XIX Premio Nacional de Periodismo Francisco Valdés. Este viernes lo actualizamos con motivo del 87 aniversario del fusilamiento del poeta.