Lisboa, adonde el Cristo mira
Asentada sobre siete colinas, Lisboa te recibe con los brazos abiertos pero, eso sí, prepárate a fortalecer tus gemelos. Porque subirás y bajarás cada una de ellas cada vez que te propongas conocer un barrio nuevo.
Lisboa, abierta al mundo y en el mismísimo horizonte de Europa (al menos, en esta orilla oceánica). Y es que del mar que te guarda al Cristo que observa sus siete colinas, nos hallamos en Lisboa.
De Lisboa al ‘Nuevo mundo’ sería la invitación, si no fuera porque Lisboa, en realidad, empuja a quedarse indefinidamente, sobre todo, en esta última década de verdadero ‘redescubrimiento’.
Cosmopolita pero añeja, moderna sin perder las tradiciones y culturalmente imprescindible por su rico patrimonio, siempre teñido de la melancolía del ‘fado’, hacen de Lisboa una cita inolvidable y nuestra escapada perfecta, aún siendo la capital.
¿Quién querría marcharse al ‘Nuevo Mundo’ teniendo a la mano la ‘Nueva Europa’?
Dicen que dispone de 3.000 horas de sol al año, pero aunque te llueva, ¿qué más da? Hay tanto que hacer y tanto que ver, que incluso si el cielo se contagia de vez en cuando del llanto de su fado, no hay quien se acuerde de mirar hacia arriba.
Asentada sobre siete colinas, Lisboa te recibe con los brazos abiertos pero, eso sí, prepárate a fortalecer tus gemelos. Porque subirás y bajarás cada una de ellas cada vez que te propongas conocer un barrio nuevo.

Los elevadores o funiculares son esenciales para subir a los barrios lisboetas que se ubican en sus colinas (Fotografía Espiral21).
Sí, claro que están sus adorables tranvías de asientos de madera (pequeñas piezas de museo que nadie quiere perderse, sobre todo el de la línea 28 que te lleva a ‘La Alfama’)… Pero Lisboa atesora tal cantidad de rincones coquetos que esconden otras tantas escalinatas, que cuando quieres darte cuenta, ya vas por la mitad a pie.
Y es que Lisboa invita exactamente a eso, a dejarse llevar. A veces, sencillamente, por cómo baña la luz de la tarde una fachada, o porque unos azulejos te recuerdan a un momento de tu infancia.
(Mención aparte merecen sus escaparates de dulces…ésos, te arrastran todos. Siempre. Un buen ‘pasteis de nata’ puede hacerte bajar del tranvía más cómodo).
Irrepetibles en ‘Cafe Nicola’ de Praça Dom Pedro, y sobre todo, parada obligada en ‘Confeitaria Nacional’ en la esquina de Praça da Figueira, desde 1829. (Querrás probarlo todo, hasta el último ‘bolo’ o queque). Muy cerca de ella, en el Largo São Domingos (junto a la iglesia del mismo nombre que se quemó), un buen digestivo sería tomarse un vasito de ‘ginjinha’ o licor de guindas en ‘A Ginjinha’
¡Pero centrémonos en sus barrios o también nosotros acabaremos a orillas del Tajo cautivos de la puesta de sol!
Desde su arteria central o Avenida da Liberdade, partiendo de la Plaza do Rossio, como animado punto de cita en la zona ‘baixa’ de Lisboa y casi la única llana (aquí no te pierdas la espectacular fachada de la Estación ferroviaria de Rossio), retomemos ese viejo y destartalado tranvía 28 que nos llevará hasta ‘La Alfama’. Porque en esa primera colina hay unas cuantas cosas que no te puedes perder.

El tranvía Nº 28 que te lleva a ‘La Alfama’ es el más pintoresco y el preferido por todos los turistas que visitan Lisboa (fotografía Espiral21).
Subirás atraído por el Castillo de San Jorge (el punto más alto de la ciudad), pero en el camino, te toparás con ‘la Sé’ o catedral románica y, tras ella, uno de los ‘recovecos’ más bonitos de todo Lisboa: el mirador de Santa Luzia o Lucía.
Tal es así que, si la vida te regalara un sólo día en Lisboa, yo te recomendaría su atardecer desde allí. Sin dudarlo, le brindará a tus ojos la vista de toda ella a tus pies, con la luz más bonita del día sobre el río Tajo. Todo un espectáculo de color en el que hasta los azulejos que adornan este enclave, se turban contando historias.
Y cambian, te lo aseguro, mientras el tiempo flota detenido.
No vuelvas a subirte aún al tranvía, porque te encuentras en el barrio más antiguo de Lisboa y comprobarás que ‘La Alfama’ no defrauda. (Aunque el ‘boom turístico’ de los alquileres vacacionales la esté vaciando de residentes lisboetas).

El mirador de Santa Lucía te ofrece una de las vistas más bonitas de todo Lisboa (Fotografía de la autora del reporataje, Espiral21).
Lleva buen calzado, más que por las cuestas, por sus caóticos adoquines que parecen repuestos de cualquier manera, y no al primer ‘roto’ sino cuando el hoyo ya no deja lugar a dudas. (En serio, extrema la precaución porque resulta fácil una torcedura de tobillo, distraído como vas por tanta lindeza colorista).
Y es que sus callejones de ida y vuelta, con sus pequeñas casas que enmarcan de azul, y más, sus ventanucos, lo convierten en el barrio más atractivo de Lisboa. Ciertamente, es mas lindo que el Carmo o Santa Caterina, sin desdeñar ninguno de estos recodos.
Quizá incluso escuches fado, de ese que se canta cocinando o pintando, y tu mirada logrará colarse por la ventana correcta, pues tan a la vista del que callejea están las escenas cotidianas. En ese caso, podrás decir que disfrutaste de ‘vadío’ o ‘fado aficionado’, del que se siente y uno se arranca. Porque sí, como el flamenco. (Podría pasarte en calles como la de Mouraria o la de Madragoa, quién sabe…).

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Pero si no hubo suerte, vuelve a subirte al tranvía 28 y llega hasta el final del trayecto, te encontrarás al lado del ‘mirador da Senhora do Monte’, precioso también, y allí mismo hallarás la ‘Tasca do Jaime’, una pequeña taberna situada en la Rua da Graça nº 91, en la ruta del fado.
Pero para escuchar el Fado con mayúsculas, ése que te arrancará la lágrima hasta aguarte el vasito de vino dulce (el de la nostalgia o ‘saudade’ como dicen los portugueses), vete al ‘Bairro Alto’ o Barrio Alto, atestado de pequeños bares, todos diversos entre sí, que cobran vida propia al caer la noche.
(A estas alturas de tu escapada a Lisboa, ya habrás comprobado lo sociables y solícitos que son los lisboetas. Verás que turistas y locales se mezclan por igual en cualquier local).
¡Y no te confundas de enclave! Porque al subir, de nuevo desde Rossio pero al lado contrario de ‘la Alfama’ (justo enfrente), te encontrarás con otro distrito antes del Barrio Alto. Así haces un poco de tiempo antes de hallarlo en plena ebullición.

Cualquier rincón del Chiado lisboeta puede reservarte una sorpresa, como tomar café con Pessoa (Fotografía de la autora del reportaje, Espiral21).
Hablamos del Chiado, el ‘mimo’ más intelectual de la capital portuguesa. Señorial y bohemio a la vez. Los renovados ‘Armazens do Chiado’, llenos de las tiendas de moda, han borrado el aparatoso incendio que sufrió en 1988. Pero es, y sigue siendo, la Lisboa de Pessoa, con el que sentarte (literalmente) a tomar café en ‘A Brasileira’.
No sólo luce a su puerta una escultura del poeta Fernando Pessoa a tamaño natural, sentado en una de sus mesas de la terraza, sino que te sirven el mejor café de toda la ciudad. No importa que que prefieras un ‘manchado’ o ‘pingado’ (con un ‘pingo’ de leche o’ leite‘), o un cortado o ‘garoto’…Estás en el mejor sitio para degustarlo.
Un apunte importante a la hora de subir es que, además de la fortaleza de tus pantorrillas, dispones de los elevadores o funiculares (hasta cinco), que son Patrimonio Nacional. Así el ‘Elevador de Santa Justa’, el más famoso y el único vertical, te llevará hasta el nivel del Chiado.
Llamado primero Elevador do Carmo, con 45 metros de altura es la atracción turística más pintoresca de Lisboa. De estilo neogótico e ingeniería de construcción francesa en hierro, se inspiró en la Torre Eiffel de París.
Pero también dispones del ascensor o Elevador da Glória para llegar hasta el Barrio Alto, en sus más de 260 metros de empinada subida desde la Plaza de Restauradores (súper-empinada), antes de enfilar el Largo de Camoes.
¡Créeme que vale la pena tomarlo! Y son toda una experiencia de risa incontrolada. Vistosos por su color amarillo y sus grafitis, invitan a la colectiva experiencia del guiño compartido, sin importar la lengua que hables.

Hay tres citas inquebrantables con Lisboa. El fado, Patrimonio de la Humanidad, los tranvías y sin duda, una de ellas es comer ‘pasteis de nata’ (Fotografía Espiral21).
Con tanto sube y baja, ya tendrás ganas de cenar… Y si hay un sitio curioso en el límite entre el Chiado y el Barrio Alto para hacerlo, sin duda, es la ‘Cervejaria da Trindade’, en la calle del mismo nombre, Rua Nova da Trindade.
No sólo te sorprenderá comer en el antiguo claustro de un convento de casi dos siglos de existencia, sino que su ‘bacalhau a brás’ te hará volver a este simpático y enorme mesón. Pese a su capacidad de aforo, no te confíes, porque es todo un éxito y está siempre lleno.
(La ‘Casa do Alentejo’ en la zona baixa, Rua das Portas de Santo Antão, es otra buena opción para probar las mil y una maneras en la que degustar el bacalao portugués).
La noche no termina en el Barrio Alto, sobre todo, por lo tarde que comienza (algunos sitios abren justo a medianoche), así que deberás ser tú quien decida si plantearte el amanecer desde el mirador de Santa Catarina (Cais do Sodré), con el ‘Elevador da Bica’, o acercarte a orillas del Tajo antes de ir a dormir algo.
Si te decides por esta segunda opción, acabarás en el ‘Terreiro do Paço’ o Plaza del Comercio, tras atravesar el Arco de la ‘Rua Augusta’, calle turística por excelencia del centro de la ciudad. Ante ti se abrirá el Tajo y a lo lejos, enfrente y en la otra orilla, el Cristo Redentor (reproducción del de Río de Janeiro), que te observa desde el barrio de la ‘Almada’. (Vale la pena coger uno de los ferrys que te pasean hasta allí durante el día).
Pero eso será mañana quizás, porque ahora los ecos de la fiesta te llegan de las colas que se forman en ‘Lux’, el famoso local del actor John Malkovich, donde pinchan música electrónica algunos de los mejores DJ del mundo. Sólo tienes que seguir el curso del río Tajo y lo encontrarás en la prolongación de la Avenida Infante Dom Henrique.
Y si el fantástico ambiente de Lisboa te lo permite… ¡Duerme algo! Porque no puedes marcharte sin haber visitado el Monasterio de los Jerónimos y la Torre de Belém, ambos en Belém, adonde llegarás en un trayecto de unos 20 minutos en tranvía.

El ‘Monumento a los Descubrimientos’ mira hacia el otro lado del Océano desde Belém, pero Lisboa ya conquistó ese otro.
Conocerás hacia dónde se expande Lisboa de manera muy moderna y, por supuesto, deberás comer un pastel de Belém, el más famoso de toda la capital.
Cuando te encuentres ya en este punto de tu escapada lisboeta, habrás callejeado tanto que te sentirás como un ‘descubridor’ más, de los que surcan el horizonte desde el ‘Monumento a los Descubrimientos’, y su ‘Rosa de los Vientos’, también en Belém.
Eso querrá decir que, totalmente seducido, caiste sin dudarlo en el laberinto tramposo de sus callejuelas, embelesado por sus casas antiguas de fachadas desconchadas. Y ese aire decadente, ese escondido, de las casas de comidas en las que no sólo se guisa el pescado, sino que se cuentan historias que trajo la mar, adonde el Cristo también mira.
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Y como ya sabes, al final de cada artículo iremos enlazando cada una de las 12 ciudades que Nadia te presentará a lo largo de la serie de 12 reportajes:
0. Presentación (visita Escápate conmigo, 12 destinos, 12 experiencias).
1. Spoleto (visita Spoleto, Joya oculta del medievo italiano).
2. Rotterdam (visita Rotterdam, de ajetreado puerto a ciudad ‘trendy’).
3. Tesalónica (visita Tesalónica, donde Aristóteles aún susurra.)
4. Estambul (visita Estambul, cambia de continente sin salir de la ciudad).
5. Kyoto (visita Kyoto, donde hallar el Cielo en la Tierra).
6. Nueva York-Brooklyn (visita Brooklyn, el tesoro escondido de Nueva York).
7. Río de Janeiro (visita Río de Janeiro lienzo de mil colores).
8. Marsella (visita Marsella, que el mar te guarde…).
9. Lisboa (visita Lisboa, adonde el Cristo mira).
10. Sevilla (visita Sevilla, ‘para herir’, decía Lorca. Para sentir, siempre.).
11. Tel Aviv (visita Tel Aviv, la gran Manzana del Mediterráneo).
12. Dubrovnik (visita Dubrovnik, de torre a torre y tiro porque me toca).
Asómate a la mirada escondida en cada uno de sus relatos, recuerda que esta serie la publicaremos regularmente gracias al patrocinio de Telefónica Movistar Cloud.
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