Las instituciones ancladas en la ‘anormalidad’
"Señores responsables de las instituciones, el Covid comenzó a principio de 2020 y estamos ya finalizando el 2022. Todos hemos vuelto a nuestros trabajos y a nuestra normalidad habitual, ¿no se han enterado? Solo faltan ustedes"
Es verdad que el febrero de 2020 se nos paró el mundo. De imprevisto, un nuevo virus llamado Covid-19, del cual no sabíamos y seguimos sin saber nada sobre su origen, nos hizo darnos cuenta de nuestra enorme fragilidad como sociedad avanzada. Inmediatamente, comprobamos que no era tan avanzada ni científica ni tecnológicamente como nos hacían creer. El mundo estaba pegado con alfileres y pronto nos dimos cuenta de esa realidad, y la indefensión ante un virus desconocido que provocaba miles de fallecidos y miles de contagios diarios que nos abocó a tomar decisiones sin precedentes.
Un tercio de la humanidad se confinó en su hogares, en nuestro país las salidas solo fueron permitidas para acudir a supermercados o farmacias. Los trabajos quedaron desiertos físicamente y empezamos a adaptarnos al llamado teletrabajo. Con muchas dificultades pero también con muchas ganas, comenzamos un nuevo sistema laboral que todavía no se ha definido del todo. Es el trabajador el que facilita su ordenador y su Wifi en servicio de su empresa pero sin recibir ninguna prestación por parte de ésta; en fin, lo de siempre, las empresa barren para casa. A pesar de esto, todos realizamos un esfuerzo entre asustados e ilusionados y tiramos para adelante. Webs, teléfonos, Wifis, E-Mail eran las nuevas herramientas “caseras” y con ellas y gracias a ellas se consolidaron muchos puestos de trabajos durante la pandemia.
Las instituciones también se adaptaron como pudieron, todos improvisamos durante ese año y medio, el mundo no podía pararse y eso lo entendíamos todos o casi todos, menos los negacionistas antivacunas y algún que otro visionario. Los servicios sanitarios fueron nuestros héroes durante ese periodo aunque el agradecimiento que hacíamos público desde nuestros balcones duró escasamente tres meses; pronto volveríamos a la andadas, no queríamos más restricciones y ya echábamos de menos las terrazas, las fiestas y las famosas mascarillas tan deseadas y por las que tanto protestamos por la falta de previsión de las autoridades sanitarias ahora nos estorbaban. Los centros oficiales tuvieron que pasar por lo mismo, organismos como el Sepe, Hacienda, Dirección General de Trafico, Ayuntamientos, Cabildos, Centros Sanitarios, Imserso, etcétera, confinaron a sus funcionarios y nos emplazaron a gestionar sus servicios a través de sus webs y servicios telefónicos.
Como a todos, a ellos también les cogió “in albis”, es decir sin comprender lo que estaba sucediendo y teniendo que adaptarse lo antes posible a buscar soluciones inmediatas. Los ciudadanos lo entendimos en un principio y nos resignamos. Aunque las páginas webs no estaban a la altura necesaria en capacidad ni en diseño y las líneas telefónicas eran escasas y el personal mínimo pero todos tragáramos y realizáramos un esfuerzo por salir de este atolladero mundial e intentar comprender lo que estaba sucediendo.
Hoy, a finales de 2020, parece que lo peor ha pasado y volvemos a reiterar nuestro agradecimiento a todos aquellos que han hecho posible que así sea. Por fin volvimos al trabajo, las tan añoradas terrazas y restaurantes nos reciben con las manos abiertas, centros culturales, cines y teatros nos ofrecen de nuevo sus espectáculos y parece que retomamos poco a poco la normalidad, salvo en detalles como el uso de mascarillas en el transporte público y en centros oficiales.
Pero si esto es así, ¿por qué llevo dos horas intentando pedir hora en mi centro de salud? ¿Por qué no puedo entrar en el ayuntamiento sin tener hora previa? ¿Por qué acceder al Sepe es tan complicado? ¿Por qué siguen cerrados al público los organismos oficiales y con el personal atrincherado? ¿Por qué no puedo acceder al Imesrso? ¿Por qué me desvían a unas páginas webs poco operativas? ¿Por qué invitan a usar sus servicios telefónicos cuando no han ampliado las líneas, simplemente no contestan o responden cuando pueden de cuando en cuando? No culpamos al funcionariado sino a los gestores.
Señores responsables de las instituciones, el Covid comenzó a principio de 2020 y estamos ya finalizando el 2022. Todos hemos vuelto a nuestros trabajos y a nuestra normalidad habitual, ¿no se han enterado? Solo faltan ustedes.
Es hora de volver abrir las puertas y de recibir a sus usuarios. Pero si piensan mantener este sistema anti personal deberían renovar urgentemente sus sistemas informáticos con nuevas y mejores webs con mayor capacidad técnica e implantar de una vez un amplio sistema de líneas telefónicas con el personal suficiente para atenderlas. Por favor, únanse al resto del país y actúen de una vez con la misma normalidad que exigen a las empresas y ciudadanos o pónganse las pilas y renuévense. No permanezcan ancladas en la pandemia.
Fernando I. Ortega, periodista.