Joker , Phoenix el Grande
Joker. Joaquin Phoenix deja sin aliento con el estreno más taquillero del momento y se convierte en leyenda del cine.
‘Joker’ de Joaquin Phoenix ha visto el fin. Es obvio. Y de ahí la grandeza de su magistral interpretación como el soberbio actor que sabemos que es.
Sólo quien lo ha visto y ha descendido hasta lo más bajo de sus propias entrañas, para después renacer desde la misma nada, es capaz de ofrecernos una identidad semejante como la del ‘Joker’ de Joaquin Phoenix.
Y sí, no es algo nuevo… Quién sabe cuántas lágrimas caben en unos ojos que ya han visto el fin, pues no todos son capaces de verlo. Joaquin Phoenix, sí. Y su ‘Joker’, también.
(Creo que hasta el propio Todd Philips, su director, debe estar aún atónito).
No nos extraña los diez minutos completos de aclamación de todo el público de la 76ª Mostra de Cine de la Biennale de Venecia en pie. (Personalmente, yo ya no hubiera podido volver a sentarme)
¡Tiembla Jack Nicholson! Porque, aunque Joaquin Phoenix le haga un guiño con su primera sonrisa, ya convertido en el Joker, no hay quien supere a Phoenix en su amplitud de registros y capacidad interpretativa.
El original guión de Todd Philips alcanza la categoría de ‘Obra Maestra’ del cine gracias a la actuación de Joaquin Phoenix, a quien ya adorábamos desde su papel de Cómodo en “Gladiator’ (donde demostró que no caben los límites en su nivel de introspección).
Pero lo que es más importante, la ciudad de Gotham salta del cómic a la realidad de la mano de Todd Philips y la personalidad alternativa trabajada por Joaquin Phoenix.
(¿Acaso no pensaste en Hong Kong?)
¡De verdad… ¿Encuentras diferencia alguna con los disturbios que explotaron contra el proyecto de ley de extradición en Hong Kong, hace ya varios meses, pero violentamente recrudecidos este verano?!
El que tenga ojos que vea y el que tenga entendimiento, que entienda. Porque Gotham es hoy, al menos, una docena de ciudades en el mundo.
Y su revuelta de los desfavorecidos (o los ‘Miserables’, por qué no), con o sin máscara, es la estampa que vemos (o no), en muchos puntos del planeta.
Por cierto, también en Hong Kong han prohibido el uso de máscaras, payasos o no, y con la misma brutalidad por parte de las fuerzas del orden. Quizá más.
Jamás sabremos las cifras exactas de detenidos, desaparecidos, heridos o muertos por parte de las autoridades chinas.
A fecha de hoy, la masacre de Tiananmén en junio de 1989 jamás tuvo lugar. Fue un invento de la prensa extranjera (al menos, si preguntas por ella en China, claro. Doy fe de que así es).
Pero volvamos al soberbio ‘Joker’ de Joaquin Phoenix. ¿La forja de un villano o el despertar de una víctima?
Acaso pueda nadie salir indemne de tanto dolor, de tanto desamor… Por más que lo intente, por más que su madre lo llame ‘Happy’ en un cínico ejercicio de verdadera agresiva-pasiva.
El Joker de Joaquin Phoenix es incapaz de sobreponerse a su propia infancia, la cual desconoce porque su mente ha taponado hábilmente cualquier recuerdo para poder seguir viviendo. (La medicación ha hecho el resto).
Joker es un verdadero superviviente de su propia vida. Y sí, de su propia madre, su primer desamor y con él, su primer desapego. A veces, pasa. Muchas veces, en realidad.
De una niñez a la que se le murieron los sueños aún antes de soñarlos, tan sólo le queda el atavismo de inventar un romance, como quien le habla a un amigo invisible del que no se esconde.
Pero la sociedad en su conjunto ha hecho el resto (como la medicación), arrinconándolo y etiquetándolo como primera víctima propiciatoria de cualquier clima de crispación posible.
Encargándose de que nada cambie para que cada cual siga ocupando el lugar que le corresponde. ¿Pero le corresponde, según quién?
En el Joker de Joaquin Phoenix vemos el despertar de una crisálida terrible y brutal, cuya alma herida nos regala, sin embargo, la belleza de un movimiento sublime en el cuerpo de Joaquin Phoenix.
Joker baila. Sí, lo hace, y mucho mejor que se ríe. Con 23 kilos menos que le marcan en la piel toda esa carga de sufrimiento, Joaquin Phoenix se mueve mejor que el propio Lindsay Kemp para descubrirnos todo su universo interior. Su alma atormentada. Y su mímica se empapa de dolor.
Todo su dolor, en definitiva. Pero también su pasión. Joker ha llegado, pero para quedarse… Y son legión, aunque no siempre los veas.