Italia cobija a refugiados de Ucrania en los pisos requisados a la Mafia
#UnaMañanaDeSol, episodio 3. El Estado transalpino se convierte en el segundo país europeo con decenas de miles de personas que huyen del horror de la invasión rusa. La italiana es pauta de una sociedad que muda su piel manteniéndose abierta al mundo
#UnaMañanaDeSol y toda la eternidad para descubrirlo… A la italiana, y recuperar así, quizá, el placer de la ‘Dolce Vita’. Si acaso ello fuera posible cuando has dejado casi la ‘Vita’ atrás.
Italia ya era el segundo país con la mayor comunidad ucraniana fuera de su patria, aún antes de este Apocalipsis europeo (aunque Europa siga sin ser consciente de lo muy europeo que es).
A diferencia de Polonia, Italia no hace frontera. Pero no importa… Quizá incluso muchos lo prefieran, vista la voracidad fronteriza de Putin, apodado ya ‘Putler’ por razones trágicamente evidentes.
Y es que Italia, amén de ser un país de acogida para muchas nacionalidades, y atractivo para todo el mundo (por qué no decirlo), alberga un secreto aún mayor que su gancho turístico…
El Estado italiano posee cerca de unas 40.000 propiedades inmobiliarias incautadas a la mafia que, ahora acertadamente, están siendo utilizadas para acoger a multitud de familias ucranianas que parten de cero para rehacer sus vidas.
Las que aún respiran, o las que aún sienten que pueden hacerlo sin mirar atrás, se realojan en pisos que antes fueron de la ‘Camorra’ o la ‘Ndrangueta’. Sólo en la región de la Lombardía se halla el 10% de esta imponente cartera inmobiliaria.
Valorada en más de 300 millones de euros en su totalidad, y como en una suerte de justicia divina, la vida hace reajustes casi ‘kármicos’ según prioridades en el país del diseño.
Y allí donde ya teníamos ejemplos de cómo la empresa genovesa de Rinaldo Piaggio, que fabricaba hidroaviones y aeroplanos durante la Primera Guerra Mundial, y aeronaves completas durante la Segunda Guerra Mundial… Se reinventó.
(Pues ante la crisis de producción tras el nuevo conflicto bélico, se planteó crear un producto de bajo coste para las masas y entrar en la movilidad ligera. Nació así la ‘vespa’, avispa en italiano).
Este ejemplo de inmortalidad en el diseño italiano es, de nuevo, pauta de una sociedad que muda su piel manteniéndose abierta al mundo. Y esa memoria colectiva con sello “made in Italy”, que va de los sombreros a la pasta, de las motos al Martini o del café al chocolate.
Y cuyo recorrido de marcas y nombres familiares es popular en los hogares de todos, vuelve a ser modelo de una regla a adoptar, la de la solidaridad.
Son los sabores de esas marcas las que ahora me llevan de vuelta hasta Bérgamo, conocida como ‘la Ciudad de los Mil’ por los tantos que lideró Garibaldi contra el ejército de los Borbones. A tan sólo 60 kilómetros al norte de la majestuosa Milán.
Y es ese dulzor en los labios el que me permite saber, con certeza, que estos niños de mirada azul y amarilla estarán bien allí, jugando en la fuente de su ‘Piazza Vecchia’.
Porque en su ‘cittá alta’, donde se halla el casco viejo al que llegan montados en el funicular, no lejos de la Basílica del Duomo de fachada blanca, comerán ‘polentinos’ que les devolverán las sonrisas.
También de color amarillo, que el azul ya lo pone el cielo, hay un pastel típico de Bérgamo que promete vida y esperanza. Porque cuando escuchas “polenta e uccelli” (polenta y pájaros), el maíz esconde un corazón tierno y dulce.
Capas de bizcocho, como si fuera la vida misma, se alternan rellenas de chocolate, avellanas y hasta licor. Disfrazadas por una pasta de mazapán tan amarilla como la falda de su bandera… Y la esperanza de pequeñas aves de pasta de almendras posadas sobre esta nueva vida, que se viste de chocolate por un instante.
Después de todo, se saben a salvo… Cada noche a las 22:00, el ‘campanón’ de la Torre Cívica suena 100 veces, anunciando que las puertas de la ciudad se cierran hasta el alba… Sólo por si acaso. Slava Ucraini.