Isabel II quiso viajar a Tierra Santa, pero Exteriores se lo desaconsejó
La monarca mantuvo una especial sintonía con la comunidad judía pese que la geopolítica británica priorizó los lazos con los países árabes. La reina circuncidó a sus hijos y conservó en su colección privada una Torá salvada en Chequia durante el Holocausto
Isabel II quiso visitar Israel, pero los sucesivos ministerios de Exteriores desaconsejaron siempre el viaje a Tierra Santa.
La reina heredó el trono en 1952, tras una apresurada de devolución de territorios en todo el imperio británico, incluida la expulsión de Gran Bretaña de Palestina en 1948, que die pie a la fundación del estado de Israel
Los líderes judíos británicos no han dudado, en estos días de funeral, en mostrar su pésame por el fallecimiento de la monarca. “Ninguna palabra puede describir completamente el alcance de la pérdida de nuestra nación”, dijo la Junta de Diputados de judíos británicos en un comunicado que recoge en su edición virtual el prestigioso periódico The Times of Israel. “La sabiduría, la benevolencia y la dedicación al deber de Su Majestad sirvieron de inspiración a generaciones de ciudadanos británicos, incluida nuestra comunidad. Que Su recuerdo sea para bendición”.
Ephraim Mirvis, actual rabino principal del Reino Unido, reconoció que Isabel II apreciaba a las comunidades judías en los países en los que reinaba. “Recordamos con mucho aprecio la cálida relación que tuvo con la comunidad judía con un compromiso particular con las relaciones interreligiosas y el memorial del Holocausto”.
En su colección privada en el Castillo de Windsor, la reina conservaba un rollo de la Torá rescatado de Checoslovaquia durante el Holocausto.
En 1926, el año de su nacimieinto, los judíos prosperaban en el East End de Londres, después de haber sido exiliados de Inglaterra en 1290 tras intensas persecusiones, hasta su retorno en el siglo XVII.
El antisemitismo británico fue patente durante el auge del nazismo en Centroeuropea y persistió después de la segunda guerra mundial.
De hecho, baste recordar que su tío, Eduardo VIII, abdicó del trono para casarse con la estadounidense Wallis Simpson, una partidaria de Hitler con el que ambos intimaron en ocasiones. En contraste, la madre de su esposo Felipe de Edimburgo, la princesa Alicia, acogió a una familia judía en la Atenas ocupada por los alemanes.
Los Windsor, tal vez prestando atención a las nociones antropológicas de que los británicos descendían de una tribu perdida de Israel, circuncidaron a sus hijos, algo que era inusual en ese momento. La práctica entre la realeza antecedió al menos un siglo a la creencia de que la circuncisión puede ser médicamente beneficiosa. Isabel II mantuvo la tradición contrató a un especialista llamado Jacob Snowman, informa el rotativo.
La contratación de Snowman para tan delicada labor caracterizó la estrecha relación entre la princesa británica y la comunidad judía, que se mantuvo cuando ella asumió el trono.
La reina nombró a varios rabinos principales al título de caballero y dos a la Cámara de los Lores.
Pero siguiendo el consejo del Ministerio de Relaciones Exteriores británico, que buscó reparar los lazos con las naciones árabes después de la debacle de la Guerra del Medio Oriente de 1956, cuando Gran Bretaña, Francia e Israel intentaron someter a Egipto, Isabel evitó la apariencia de cercanía con Israel durante décadas.
Su esposo Felipe, en honor a su difunta madre, quien fue considerada una gentil justa (la misma denominación de Óscar Schindler), visitó el país en una visita no oficial en 1994. Su nieto, el príncipe Guillermo, hizo la primera visita oficial del primer reino en 2018.
La posguerra fue una época de creciente asimilación judía en todos los sectores de la sociedad británica, incluidas sus élites. El hecho de que Lord Snowdon, el esposo de la hermana de Isabel, la princesa Margarita, fuera judío apenas se hacía constar en los actos públicos.
Cuando la princesa Diana, hastiada de la infidelidad de Carlos, trató de divorciarse, contrató a Anthony Julius, uno de los abogados más destacados del país que también era estudioso de la historia judía.
Para la época de Margaret Thatcher en la década de 1980, abundaban los ministros del gabinete judíos (hasta cinco) y para la década de 2000, dos judíos lideraban la oposición: Michael Howard fue el líder conservador de 2003 a 2005 y Edward Miliband fue el líder laborista de 2010 -2015.
El presidente israelí, Isaac Herzog, calificó su muerte como el “fin de una era”.