Inflación bajo los efectos de Oriente Próximo
Si alguien cree que no le afecta la guerra entre Israel y Hamás, en Oriente Próximo, que pase por caja.
La zona va camino de convertirse en un polvorín que englobaría a Turquía, Líbano, Irán e Irak, según un despacho de la agencia Tasnim, que confirma el asesoramiento iraní al brazo armado de la Autoridad Palestina.
Si el conflicto se regionaliza, la producción de petróleo vería amenazada sus planes para el segundo semestre de 2021, en un momento donde los operadores mundiales recomiendan que el precio del barril no pase de 70 dólares para aliviar la vuelta a normalidad por la pandemia.
Un barril de crudo pondera en torno al 35% del precio global de la gasolina. Y la gasolina, a su vez, es responsable del 5% del dato final que arroja cada vez el Índice de Precios al Consumo (IPC). Blanco y en botella.
La inflación en España se sitúa al cierre de abril por encima de 2% en sintonía con los precios europeos.
Si el IPC escala más allá de un 3% (un escenario factible), los bancos centrales tendrían que subir los tipos de interés.
Nadia Calviño, la ministra español de Economía, entraría en shock ahora que renegocia a la baja los préstamos de la deuda pública. La reacción no se haría esperar: pedir la solidaridad ciudadana con subida de impuestos. Por lo tanto, el conflicto de Israel y Palestina es mucho más que un conflicto territorial y religioso.