Hay que aprender de esta crisis
Creíamos tener el mejor sistema sanitario del mundo, pero no, lo que teníamos eran los mejores sanitarios. No debemos escatimar nunca más nuestros recursos sanitarios y rechazar un sistema económico que enfrenta a trabajadores y empresarios, tenemos que estar todos a una
Tres meses largos llevamos ya sufriendo la pandemia sanitaria que nos trajo el Covid-19 y con ella una serie de debates y disputas que tiene a la población crispada, nerviosa e insurrecta, sí insurrecta, porque al final hemos terminado desobedeciendo la recomendaciones sanitarias y saltándonos las normas establecidas por el estado de alarma. Solo hay que recordar las manifestaciones en Madrid en pleno confinamiento, el asalto a la playa de la Barceloneta, botellones, bares y gimnasios clandestinos por mencionar solo algunas noticias que todos hemos visto en los medios. La necesidad de callejear de nuevo era exigida con vehemencia. Hacer deporte y pasear se convirtió en la bandera de muchos pero, ¿donde están los cientos de corredores y ciclistas que inundaron nuestras calles? Se aburrieron o han cambiado el deporte por bares y terrazas.
Los ciudadanos, en un principio, fuimos ejemplares en el acatamiento de normas y recomendaciones dictadas por el Gobierno pero siempre aconsejados por los expertos sanitarios. Al final hemos terminado extenuados, hartos y dudando de todo, incluso de aquello que antes seguíamos fielmente convencidos de que sería lo mejor para nuestra salud.
El tiempo ha pasado factura y la concordia política y social de las tres primeras semanas ha dado paso a las más duras y encarnizadas disputas de la historia de nuestra Democracia. Si el dictador Francisco Franco hubiese muerto en estos tiempos después de 38 años en el poder y dependiéramos de estos políticos de hoy, jamas hubiésemos conocido la Democracia. La capacidad actual para el dialogo y lograr acuerdos políticos y sociales es totalmente nula.
Somos el único país golpeado por el Coronavirus que se ha preocupado más por abrir bares, restaurantes u hoteles que colegios o universidades, y así nos va. ¿Estamos de verdad preparados para abrir nuestras fronteras y permitir la libre circulación de alemanes, británicos o italianos? Todos estamos de acuerdo en poner de nuevo la economía en marcha pero con seguridad y escogiendo muy bien las prioridades porque el enemigo es uno, el virus, y no las diferencias políticas y partidistas
Para algunos, por no decir la mayoría, les preocupa más la reactivación económica que la seguridad sanitaria sin tener en cuenta que sin salud no hay economía y no les importa el riesgo al contagio convencidos de que esta crisis ya ha pasado. La salud se ha colocado en un segundo plano tras la economía.
Los únicos verdaderamente preocupados son los sanitarios de nuestros hospitales y doy fe de ello en primera persona porque así me lo han hecho saber el personal del Hospital Insular cuando tuve que acudir recientemente por motivos de salud. En palabras textuales me dijeron: “Estamos asustados y perplejos por la actuación de políticos y ciudadanos, si hay una segunda oleada no podremos hacerle frente”. Vemos países como Portugal, Corea del sur y actualmente la capital china están sufriendo un nuevo brote. Aunque pensaban que lo tenían superado están cayendo de nuevo.
Mientras en el parlamento la pelea cada vez más crispada es entre rojos y azules, neoliberales o social-comunistas como se definen unos a otros, pero seguro como en todo, que el equilibrio esté en medio. El Estado debe atender las necesidades de ciudadanos y empresas, trabajando para lograr el equilibrio perfecto y conseguir el estado de bienestar que otros países disfrutan.
Por definición el capitalismo es el sistema económico y social basado en la propiedad privada de los medios de producción, en la importancia del capital como generados de riqueza y en la asignación de los recursos a través del mecanismo del libre mercado.
Los bancos y empresarios no quieren injerencias de los gobiernos para una posible regulación el mercado, “el mercado es libre y debe existir la ley libre de la oferta y la demanda”, según dicen ellos.
Eso sí, mientras las cosas vayan bien porque cuando se ponen feas, económicamente hablando, no tienen pudor en alargar la mano y coger 60.000 millones de euros a fondo perdido como hicieron los bancos en la crisis de 2008. La excusa era que el sistema podría colapsarse y es correcta la apreciación pero hubo un problema, se les olvidó devolverlos. Esa fue la gran mentira que Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en aquel momento le contó a todos los españoles.
En 2019 diferentes empresas y asociaciones empresariales recibieron del Gobierno de Canarias 226 millones de euros, entre ellos las Confederaciones de Empresarios Canarias en (ambas provincias) que recibieron 5 millones de € del Gobierno de Canarias. Esos mismos que consideran un despropósito que la población más desfavorecida reciba un salario mínimo vital no se sonrojan en alargar la mano y pedir ayudas a ese mismo gobierno para sacar adelante a sus empresas. Tengo la sensación que hay quien juega a dos manos y nunca pierde.
Tenemos que aprender de todo lo sucedido en esta crisis. Creíamos tener el mejor sistema sanitario del mundo, pero no, lo que teníamos eran los mejores sanitarios. No debemos escatimar nunca más nuestros recursos sanitarios y rechazar un sistema económico que enfrenta a trabajadores y empresarios, tenemos que estar todos a una. Los responsables políticos tienen que ayudar, amparar y solucionar los problemas de unos y otros. ¿lo veremos algún día?