Gilles Caron, el fotógrafo de guerra que halló la playa en París
La capital francesa nos lleva de vuelta a Mayo del 68 con una exposición en el Hotel de Ville con 300 imágenes de uno de los reporteros gráficos más sobresalientes de la historia del periodismo
Gilles Caron, periodista y fotógrafo (1939-1970). Uno de esos ‘fotoperiodistas’ auténticos de los que van quedando pocos. (Quizá haya que rescatar algo más que el término). Sí, de esos que saben que una foto debe contarte una historia, más allá del mero observador.
Estos días en París, el arte de su ‘coreografía fotográfica’ nos lleva de vuelta a ‘Mayo del 68’, como un ‘lanzador’ más, ‘lanzador de pavés’ (adoquines), claro. Como combatientes urbanos que rememoran ideales al uso de otros tiempos. No hace tanto.
(Cuando se compartían a pie de calle y no con un 👍 o un ❤ en las redes sociales).
La cita es en el ‘Hôtel de Ville’, bajo el techo del Ayuntamiento parisino, pero las fotos de Caron te llevarán más allá… Hasta las mismísimas playas de París, bajo ‘les pavés’.
‘Sous les pavés, la plage’ (Elegida por Gilles Caron entre todas las consignas ‘mayofrancesistas’ para documentar fotográficamente esta ‘Intifada parsina’). Et voilà…De repente, la magia de la imagen y el genio del artista, pero sobre todo, el corazón del hombre para conmemorar aquel ‘a las barricadas’, una vez más, en su 50 aniversario.

Gilles Caron, en un primer plano que delata una mirada distinta sobre los acontecimientos de la realidad.
Gilles Caron, que había sido reclutado como soldado en la ‘Guerra de Argelia’ en 1959, empezó a documentar gráficamente los conflictos casi como terapia personal ante la brutalidad que presenciaba. Una verdadera estrategia defensiva para el alma de fotógrafo, que sufría dentro del cuerpo de reportero que le impondría su interés por la vida.
Y así Gilles Caron se convirtió en periodista gráfico, tras pasar 24 meses como paracaidista en territorio argelino. Y el fotoperiodismo, en su forma de dar a conocer el sufrimiento de los civiles golpeados por la guerra.
Fruto de ese conflicto interior que lo atormentó, que lo llevó a preguntarse qué se debe mostrar en una fotografía y qué no debe ser mostrado, llegó a ser mucho más que ‘un capturador de imágenes’.
En todo caso, es de esos foto-reporteros que ejemplifican bien cómo hacerlo para no pervertir la intención objeto de la imagen, es decir, aquello que pretende denunciarse con la foto… ¿Hasta dónde puedo llegar? La humanidad antes que la curiosidad.
Gilles Caron toma entonces conciencia de la dimensión de las guerras modernas, siempre asimétricas y que envuelven a la población. En cuatro años, Gilles Caron estuvo en los principales acontecimientos internacionales cubiertos por la agencia francesa de noticias Gamma, creada en el 66.
La Guerra de los Seis Días en Israel (1967), la de Vietnam, la Guerra Civil de Biafra (que sacó a la luz toda la desnutrición de los niños en Nigeria), Mayo del 68 en París, los disturbios en Irlanda del Norte y la Primavera de Praga (1969).
Era lógico pues que Caron supiera captar como nadie la esencia del conflicto que empezó como estudiantil en el ‘Barrio latino’ de París, pero que acabó paralizando toda Francia en una huelga general, retratando al gran estadista De Gaulle como uno de los últimos iconos de una cultura que, en un año como el 68, ya resultaba vieja.

Mayo del 68 llenó París de consignas que captaron la atención de Gilles Caron como un nuevo lenguaje.
La imagen más increíble con la que Gilles Caron va a proyectar su carrera es la de la figura del ‘lanzador’. ‘Lanzador de adoquines’ y de forma recurrente, en la intifada urbana, ya sea en el mayo francés, en Londonderry con las manifestaciones anticatólicas o Palestina. Lo inventó como verdadera figura de la fotografía contemporánea.
Y es el lanzador de adoquines el que te recibe a la entrada de la exposición de Hôtel de Ville, titulada ‘Gilles Caron, Paris 1968’, en tamaño mural, introduciéndote directamente en la Rue Gay Lussac del Distrito 5.
Inmerso en la neblina y el humo de los enfrentamientos, pero también en la soledad de los ideales que finalmente son aplastados, no ves las barricadas pero las intuyes. Porque Caron sabe cómo meterte en el ángulo y hacerte reparar en los detalles.
Gilles Caron capta el zapato de tacón cuadrado que una ‘Cenicienta’ del feminismo perdió a la carrera y que hoy sería ‘vintage’ en Isntagram. El cafetín ‘Cluny’ de la esquina con la reja echada porque ya perdió los cristales en los choques canal policía. Y el ‘pavé’, claro.
El pavé a los pies del lanzador, pero sobre todo, el que está ya en el aire. El primero que fue lanzado en el Mayo francés. La mano en alto del lanzador que delata el ímpetu de su lucha y las ansias de cambio… Hacia algo nuevo, desde luego.
A Gilles Caron le seduce el conflicto del individuo y no la violencia de los Estados. Pero también la fascinación por el activismo femenino dentro de los movimientos sociales de la juventud.
Este lector, más que capturador, de imágenes era capaz de retratar los hechos mientras las personas eran absorbidas por los acontecimientos a su alrededor.
La muestra consta de 300 fotografías seleccionadas entre su extenso trabajo (no sólo la revuelta del Mayo francés), en un recorrido que va de los rostros de aquellos intensos sesenta (intelectuales sobre todo, como Jean-Louis Trintignant, Truffaut o Jacques Brel), Bardot, por supuesto. El éxito del cine francés y de la ‘Nouvelle Vague’.
Pasando por el sobresaliente gabinete negro dedicado a De Gaulle, cuyo rostro delata las marcas del futuro que acaba de pasarle por encima, en un incierto porvenir. Unos increíbles retratos de aquél ‘Viejo gigante’, imponente aún, visto desde atrás y desde el suelo… (La larga sombra del héroe de la Resistencia).
Hasta la explosión de las aulas en Nanterre, las manifestaciones y el día después de París, que con el verano vuelve a la normalidad pero se despierta entre montañas de cajas y automóviles abandonados.… Todas las consignas, las pintadas, los gritos sordos, los pasos perdidos, los rostros de ellas y de ellos, sobre todo él de ‘Dani el rojo’.
Allí está la famosa foto para toda la eternidad. Nos queda la imagen más conocida de Mayo del 68, la de un Daniel Cohn-Bendit, regordete y sonriente, mirando desafiante a un policía de la antidisturbios CRS.

La foto de Dani El Rojo, sonriendo desafiante al policía antidisturbio, delante de La Soborna, se convirtió en un icono en Mayo del 68.
Gilles Caron hizo la simbólica foto del líder estudiantil del Mayo francés para la agencia Gamma desde diferentes planos, pero fue ésa y no otra, la que convirtió a Daniel Cohn-Bendit en portada del mundo. Paris-Match, Life…
El artista y el reportero, ambos de la imagen, que un día dijera: “No hay razón para este mundo imperfecto y aburrido que me fue dado al nacer, estoy obligado a asumirlo y mejorarlo en la medida de mis posibilidades. Siempre sufrimos, pero de varias maneras. No hacer nada. es confuso, desempeñar un papel es tomar el control del propio siglo, estar impregnado de todo”… Tomó el control bajo ‘les pavés’ y se impregnó de toda la playa que habría de venir a partir de entonces.
¿Acaso lo duda alguien después de 50 años? Gilles Caron hizo fotos verdaderamente icónicas, de un poder emocional pocas veces igualado. Porque lo que interesaba era la gente.
Gilles Caron tenía instinto, pero también ironía para señalar con el dedo situaciones extremas y devastadoras. Porque la actualidad era la materia prima de la que se nutría y el mundo entero, su taller para trabajar.
La muestra parisina dedicada al reportero, abierta hasta el próximo 28 de julio, conforma una cronología de todo ese año a través de los reportajes de Caron, “para contextualizar su trabajo y mostrar que ese año hizo otras cosas”, explicó su comisario, Michel Poivret.

Gilles Caron-París 1968, cita imprescindible con imágenes de un año que cambió el curso de la historia (Fotografía Nadia Jiménez, Espiral 21).
La mirada del conflicto, entre países o entre gentes, y el conflicto de esa propia mirada, el suyo interior. Es decir, el sentimiento de un hombre que sufre por lo que ve y que sabe retratarlo desde la profundidad del alma. Y al mismo tiempo, la frustración de jamás lograr la empatía del que observa.
Gilles Caron volvió a la guerra. Camboya en abril de 1970, con 30 años de edad, donde desapareció el 5 de abril, en la carretera que conectaba Phnom Penh con Saigon (Camboya con Vietnam, ruta 1), controlada por los ‘Jemeres rojos’ de Pol Pot.
Su coche quedó solo, intacto en una carretera de no retorno, preparado para una ultima instantánea. Gilles Caron fue artista y héroe que lo mismo cubrió la ‘Guerra de los seis días’ en Israel y Egipto, que halló la playa ‘sous les pavés’ (bajo los adoquines).