Génova esconde en Boccadasse el cielo en la tierra
#TeCuentoUnSecreto relato 1. La autora, en su viaje por el mundo, desvela algunos de sus rincones más ocultos, un antiguo puertito de pescadores, a pocos kilómetros de la concurrencia genovesa, desbordante de tonalidades alegre y atrevida. Bulliciosa de pura vida
#TeCuentoUnSecreto . Y sí, sé bien lo que dije y cómo lo hice. Soy consciente de lo que pareció cuando aseguré que “después de llegar a ‘setenta veces siete’ desde que abrí esta ventana de par en par”… Pudo aparentar que ponía punto y final.
Pero me resisto a que así sea, a cerrar la ventana. Al menos, por ahora, en un instante en el que aún parece no tener fin este modo de relacionarnos, esta manera de permanecer, a la espera, involuntariamente.
Porque si, en efecto, ni en el arte ni en la vida hay preguntas válidas o inválidas… #TeCuentoUnSecreto que te permitirá asomarte de nuevo a esa ventana. Sí, todavía. Porque todo vuelve a empezar con un instante y siguen siendo las horas de la memoria.
Así que, sentada con los pies colgando, te contaré el secreto de dónde bajar por unas escaleras al mar, comerte unos espaguetis con música hasta sumar 31 y repetir helado sin cambiar de sabor, ‘súbito’.
Todo comienza cuando crees llegar a un puerto sin más y un baño de sol te cambia el sabor de los labios. La opción es siempre bien sencilla… Te quedas allí donde primero recalas o bien, dejas que el viento de lleve, y te mueves un poco más allá.
Y en el viejo puerto de Génova, esto es bien fácil, porque sus estrechos y húmedos callejones, enredados como un laberinto infinito, invitan a perderse y salir al encuentro del sol. Ése al que persigues mirando desde el suelo.
Pero, aunque tan decadente como evocadora en los aledaños de sus antiguos muelles, no nos quedaremos aquí anclados. En ese instante de ‘bramasole’ que nos domina, en ese anhelo de sol, posamos la vista a lo lejos en un saliente de tierra al que la luz parece arrimarse con gusto…
Hay que desplazarse en vehículo, pero vale la pena porque es a lo largo de la línea del mar. Es un ‘lungomare’ que, verdaderamente, anticipa secretos ocultos. Y la calidez del ‘sol puesto’ es como una promesa sincera en la piel.
Lo que en tiempos fue un pequeño pueblo pesquero, pintoresco como otros tantos en Italia, hoy es un barrio casi residencial absorbido por la hambrienta Génova.
Lleno de color, se llama Boccadasse y es el cielo en la tierra. (Al menos, parte de él). El sol sombrea sus casas de un modo distinto y la luz parece depositar en ellas un velo pintado de fantasía…
¡¿De verdad que no hemos salido de Génova?! Boccadasse es una postal del paraíso en el tiempo. En verdad, es como una pequeña bocana en la que protegerte del mundo.
Su estampa con las fachadas color pastel te invitan a pensar más en una cesta de frutas, llena de mangas y guayabas, que en paredes y muros que ordenen la vida de nadie. Pues tal estallido de color delata más bien la vida rebosada por los cuatro costados.
Desbordante de tonalidades más allá del arco iris, sus persianas verdes parecen guiñarte un ojo para que cruces al otro lado, sin saber adónde. Sólo 5 kilómetros pero de puro atrevimiento en una peña sobre el mar y, lejos de la mundanidad, tiene todo el mundo a sus pies.
Una pequeña playa de guijarros, pero unas escaleras por las que sumergirte directamente en el mar. Y un pequeño puerto rodeado de tantos miradores como heladerías.
Boccadasse es alegre y atrevida. Bulliciosa de pura vida y auténtica, su paseo que sube y baja siguiendo el curso rocoso, está lleno de desenfadadas ‘trattorías’ (todas con terrazas), hasta llegar a lo más alto junto a la iglesia de San Antonio de Boccadasse.
Desde allí no podrás hacer otra cosa que asomarte irremediablemente a la mejor terraza de todas, con vistas sobre un mar infinito que dibuja la silueta perfecta de todo el barrio de Boccadasse, bañado por las aguas que le dieron su sabor.
Pero lo prometido es deuda y, tras emerger del mar subiendo esas mismas escaleras, a sólo unos pasos, te verás obligado a repetir un segundo cucurucho de helado.
Sea pistacho, chocolate ‘nero’ o mango, su cremosa textura te atrapará más allá de la tentación hasta alcanzar la afección más adictiva que haya conocido jamás tu paladar.
En cuanto a sumar hasta 31, los espaguetis con música son ‘spaghetti alle vongole’. Porque, a diferencia de lo que sucede en otras latitudes, son tantas las ‘vongole’ o almejas en el plato, que hicieron pocos a los espaguetis… ¡Hasta 31 ‘vongole’ conté mientras comía!
Y el sonido que producen sus conchas repicando ente ellas cada vez que metes el tenedor para enrollar la pasta… Provoca un tintineo que pone banda sonora al momento de la comida y, como no, a tu visita a Boccadasse.

Boccadasse se ha convertido en lugar de refugio para un chapuzón para genoveses estresados. En la foto, el rincón más fotografiado, con la autora. (Foto E21).
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