Florencia y toda la suerte del mundo en el hocico de un jabalí
#UnViajeUnInstante, relato 5. En su itinerario del mundo, la autora comprueba que Italia, en sí misma, es la marca más rentable jamás creada… Desde la ‘dolce vita’ de las terrazas Martini y los sofás Giovanetti en los que se reclinaba Fellini, a los zapatos imposibles de Prada y la madera brillante del Alfa Romeo, sobre todo, cuando te sumerges en el paraíso del Renacimiento
#UnViajeUnInstante en una postal. Todos los recuerdos del mundo encerrados en una sola imagen y a partir de ella, el horizonte infinito, abierto al placer de la memoria.
Su mera lectura por el reverso… Y se cuelan por ella todas las voces, todos los colores y aromas de aquel instante. Porque, ¿cuál es la ‘voz en off’ que suena en tu cabeza cuando relees aquella postal que retienen tus manos sin remedio?
Con la vista puesta en una foto fija, tu espíritu cruza al otro lado de la instantánea y tu alma vuelve a ese lugar, casi sin retorno. Es la agradable sensación de la nostalgia, a veces. Muchas.
Esta mañana me bastó esa fragancia caliente del café recién hecho, eso sí, servido oportunamente en la taza correcta… El nombre de Lavazza para el café fue suficiente.
De repente, vinieron a mi mente un chorro de nombres sin control alguno. Barilla y Buitoni para las pastas, Perugina por el chocolate, Ducati y Alfa Romeo (sin necesidad de más ruidosas presentaciones), o Amarelli, Peroni y ¡hasta Martini!
Y no lo tomo jamás pero, probablemente, al ser uno de los anuncios de bebida más famosos en el mundo para tomar en terraza, eso sí… Quiso el contexto actual que pensara en esos momentos de esparcimiento y despreocupación.
Sí, también están el panettone de Motta y el pandoro de Bauli (y un largo etcétera). Todo dentro de esa mágica receta publicitaria italiana que sumó el lujo a la inteligencia, dando como resultado ‘la buena vida’, y el nacimiento del “Made in Italy”.

Tendido al sol del mercado callejero de Florencio, concurrido a cualquier hora del día. (Foto Espiral21).
Lo que es lo mismo, la marca más rentable jamás creada… Es la ‘dolce vita’ de las terrazas Martini y los sofás Giovanetti en los que se reclinaba Fellini, de los zapatos imposibles de Prada y la madera brillante del Alfa Romeo.
Estilo y ‘finezza’, pasión e instinto para nosotros. Y sobre todo, olor a vacaciones para cualquiera que acepte el boom de la vespa de los 50 y 70 como algo reintentado para cada escapada.
Es la propia chispa de Italia… Y allí volvemos. Porque es ésa que insufla aliento desde un alma apasionada, que revitaliza al primer callejeo y al segundo ‘ciao’ o ‘salve’. A pesar de su caótico tráfico y su bullicio, y quizás por ello mismo.
Son unos “fieras” en publicidad y estilo. De modo que, sin remedio, volvemos a Florencia.
¡Y sólo por tocar el hocico de un jabalí que nos traerá toda la suerte del mundo! (Necesaria ahora más que nunca).
Por ello, y sólo por ello, puede suceder que estés en lo alto de una colina, a los pies del río Arno, contemplando la que puede considerarse la mejor vista panorámica de toda Florencia, sin género de dudas…
Y sí, decides bajar en busca de ese dichoso jabalí. No vaya luego a suceder que sea cierto todo, absolutamente todo, lo que dicen los italianos de tu visita a Florencia y el ‘más que sobado hocico dorado’ del más famoso jabalí florentino.
Estábamos delante de la fachada de la majestuosa ‘San Miniato ai Monti’, embelesados con el atardecer sobre la ciudad del Renacimiento y sus tejados rojos.

Jabalí de bronce en pleno ritual de suerte a cargo de una turista, junto a la autora. (Foto Espiral21).
El arte tangible a la mano y el ‘Ponte Vecchio’, el más bonito del mundo, alardeando de eternidad sobre las aguas. La luz, toda ella, colándose por los misterios de una ciudad irrepetible. Y sin embargo, la endiablada publicidad italiana martilleándote el entendimiento…
Así que, allí estábamos, echándonos colina abajo a la búsqueda de la estatua del jabalí, cruzando el puente de piedra más antiguo de Europa a toda la velocidad que los turistas te lo permiten, para llegar junto a la ‘Fontana del Porcellino’.
Seguramente, el único no indigesto ni graso en todo el planeta, pero de bronce. Y sobre todo, depositario de la suerte universal. Al menos, para los ‘fiorentinos’. Así que… ¡Forza ‘viola!, como dicen los aficionados de su equipo oficial de fútbol.

David, de Miguel Ángel convertido en graffiti en el centro de Florencia, emulando a un turista del siglo XXI. (Foto Espiral21).
Después de todo, si a Hans Christian Andersen fue capaz de inspirarle un cuento para niños con el mismo nombre: “El Jabalí de Bronce”, qué no haría por nosotros.
Después de callejear hasta llegar a la plaza y situarnos a un lado de la logia del Mercado Nuevo, manoseamos a base de bien el desgastado hocico del afamado cerdo salvaje, mucho más brillante que el resto del animal, claro.
También lanzamos la moneda al mismo tiempo que toqueteábamos, para mayor dedicación al inolvidable momento. Y si me hubieran pedido hacer algo con las orejas, todo a la vez… Seguramente, también lo habría intentado.
Como decía Benedetti “Me jode confesarlo, pero la vida es también un bandoneón”. Y necesitados como estamos, siempre de algo más, en este loco mundo, nos sumamos a la creencia que hoy, de nuevo, me hace reír.
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