El viento que traigo en los ojos me viene de Chile
#DesdeMiVentanaVerde, episodio 15. La autora evoca las historias narradas hasta las tantas de la noche en aquellas tertulias de su casa familiar que, aunque de adultos, no le eran ajenas. Porque al poeta Juan Jiménez, su padre, el golpe de estado ‘pinochetista’ le pilló en Chile
#DesdeMiVentanaVerde y su sonrisa en mi corazón, el viento que traigo hoy en los ojos me viene de Chile, de cuando “se tomaron La moneda” un primer fatídico 11-S.
Con el eco de sus voces resonando en el cielo de mi memoria, retrocedo a las historias narradas hasta las tantas de la noche en aquellas tertulias que, aunque de adultos, no me eran ajenas.
Al contrario, avivaban mi curiosidad como si supiera que bajo la nube de humo de los cigarrillos, algo tremendo se contaba y se discutía en aquellas reuniones donde se alzaba algo más que la voz.
A nadie importaba las horas, y sólo se abría la ventana cuando el humo pesaba ya más que el aire que le faltaba a la palabra. Ya no era el tiempo aquí de cartillas de racionamiento, pero aún tocaba defender las ideas frente al pensamiento único.
Y se miraba hacia Chile, claro. Se miraba con ilusión a Chile, la tierra de los sueños políticos al otro lado del Atlántico y las propuestas de reforma de Allende, que había logrado democráticamente la confianza de todo un pueblo. Pero la del pueblo, me refiero.
La del ‘Manifiesto’ de Víctor Jara y la de ‘Gracias a la vida’ de Violeta Parra. Yo ya sabía por entonces, sin empezar todavía la primaria, dónde estaba Chile… Porque al poeta Juan Jiménez, mi padre, el golpe de estado ‘pinochetista’ le pilló en Chile.
Al quite con la lucha como con la palabra, siempre. Ocupado ya entonces en ese pueblo que no existía aún, pero que aguardaba con la voz rota en la otra orilla. También a este otro lado.
Metida hasta el fondo en su alma y en la maleta de cuero marrón amarrada con correas de hebilla (como las de los cinturones). Llena de libros escondidos ocupando el hueco de la ropa que había regalado para hacer más espacio.
Y que luego pasaría de mano en mano entre todos los que discutían bajo aquella nube de los cigarrillos, bajo aquel cielo soñado a voces. Que pasarían a más manos fuera de allí y dulce de leche para alimentar mi memoria infantil de poco más que no fuese la lucha y la libertad.
A su regreso, un poema… “De dónde son los soldados,/ que asesinaron a Allende/ De dónde son los soldados que asesinaron a Allende./ Los soldados son de Chile/ y el pueblo, quién los defiende”.
Pero con ellos, la vida. Una sola certeza que pasa corriendo, una sola vez en la vida. Aquel viento, en mi mente y en mi corazón. También. (50 Aniversario de la muerte de Salvador Allende).
Para seguir leyendo:
Episodio 1. Gueto judío de Venecia, en el verde de la memoria.
Episodio 2. Sátira de la Crucifixión más allá de la plaza San Marcos.
Episodio 3. ‘Ponte Vecchio’, murmullo de voces y sueños.
Episodio 4. Plaza de San Pedro, inmaculada pero descarnada.
Episodio 5. Los olmos del Gianocolo de Roma se inclinaron aquel día.
Episodio 6. Bosque de Bolonia, raviolis preparados en pareja.
Episodio 7. Bruselas y las siete calles que conducen a la Gran Plaza.
Episodio 8. París, la alegría de vivir hecha de miga de pan.
Episodio 9. Turquía y Siria, gana quien sabe amar.
Episodio 10. 8M, nadie muere entre las flores, sino ante su ausencia.
Episodio 11. “¡Pararse ahí!” De Sevilla a Vegueta en Semana Santa para curar el alma.
Episodio 12. ¿Música de Macedonia o una torrija de la cafetería Madrid?
Episodio 13. Pascua ortodoxa en Las Palmas por Jersón, Lviv y Bajmut.
Episodio 14. Jerusalén, benditos sean sus besos.