Cuevas de Hércules, la silueta de África
#ParaVivirVivo, episodio 7. La autora se coloca en una de las puertas de Tánger, donde la historia y la leyenda se bañan juntas para mostrar al mito que con su fuerza separó a los continentes europeo y africano
#ParaVivirVivo con curiosidad infinita, mirando más allá del horizonte que me brinda el mar, ese gran azul que siempre tiene un destino más, pero nunca de más. Uno desconocido, al otro lado.
Embelesada de azul, mi memoria nadó hasta la otra orilla, siempre confrontada también, dejando de lado las conocidas islas que salpican la travesía de las olas.
A la frontera norte de ese gran continente al que vivimos de espaldas, regresó la brisa de mi memoria. Y volví a ver el mar, pero desde dentro, desde la abertura de una gruta.
Un lugar sorprendente que se graba en el recuerdo para toda la eternidad… Y no exagero cuando apunto a ese deseo de perpetuidad porque, sin decir con certeza cuándo fue ni qué lo que allí sucedió, la bruma de la inmortalidad flotaba dentro de aquel lugar.

Cuevas de Hércules, en Tánger, con el mapa invertido de África en su silueta. Al otro lado está España.
Más aún que la del propio mar que golpeaba el saliente de sus rocas, puesto que lo hacía cargada de historias, contadas una y otra vez por curiosos visitantes, generación tras generación.
¿Acaso veíamos todos lo mismo a lo largo del tiempo, o había el viento enfurecido aún más al mar, erosionando y exagerando la historia? Poco importaba eso.
Lo cierto es que, a tan sólo unos 14 kilómetros del centro de Tánger, allí donde se encuentran el Mediterráneo y el Atlántico, y la sal de uno rocía las olas del otro, la historia y la leyenda se bañan juntas… Se asoma el mito.
Son las Cuevas de Hércules, a ras de la propia costa, unas grutas naturales que ya eran conocidas desde el tiempo de los fenicios, y cuya magia cuando se accede desde tierra no tiene parecido con nada en este mundo.
Y es que la abertura que te permite asomarte al mar como si fuera una ventana al mundo, tiene la silueta perfecta del continente africano. El por qué nadie lo sabe.
Seguramente, forma parte de un secreto susurrado por el mar y llevado por el viento hasta el oído del hombre. Pero lo que sí conocemos es que en estas grutas durmió Hercules.
Cuenta la mitología griega que el héroe de los 12 trabajos reposó en esta cueva, y que lo hizo la noche antes de afrontar su undécima prueba, la de robar las manzanas del ‘Jardín de las Hespérides’.
No sabemos qué soñaría Hércules, pero sí que su descanso debió ser placentero, porque acababa de separar Europa de África y se despertó como nuevo para poner rumbo a las Hespérides.
Acaso fue él quien perfiló el mapa de África y dibujó esa ventana al mar, a la que todavía hoy, en cada marea, se asoma la migración que viene de lejos, porque viene de dentro.
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Relato 3. Tangos, maullidos y ‘Cinema Paradiso’ en Roma.
Relato 4. Mafalda en Oviedo nos recuerda que el mundo no ha cambiado tanto.
Relato 5. Paddington, mucho más que un peluche en una estación de tren.
Relato 6. Niza, el litoral de las sillas azules que miran al mar.