¿Cuándo volverá el turismo?
Nadie lo sabe, pero las expectativas de las grandes cadenas hoteleras apuntan a noviembre de 2021 como arranque de la temporada de invierno más añorada en décadas.
El confinamiento británico, irlandés o noruego, prueba que Europa se repliega ante el avance del Covid.
Por un lado, las medidas de control y prevención no han funcionado con la suficiente garantía ante la disparidad de criterios gubernamentales, la laxitud en la aplicación del control de frontera y la escasa exigencia coercitiva en el incumplimiento de la normativas básicas, como mascarilla, distancia social o concentraciones de grupo.
Por otro, la ralentización de las vacunas, un hecho que trae de cabeza a las administraciones porque es imposible fabricar tantas unidades como habitantes tiene el planeta, al menos, al ritmo deseado.
Salvador Illa, ministro español, cifra en 82.000 los vacunados en nuestro país hasta el 4 de enero, de manera que en verano de 2021, podría cubrir al 70% de la población (unos 35 millones de personas). Los cálculos no salen, salvo que las industrias farmacéuticas produzcan como roscas.
En este escenario, Canarias es un triste convidado de piedra porque poco o casi nada puede hacer por cambiar la suerte de los mercados emisores.
Si acaso, algunas consultoras plantean que los fondos europeos recojan la posibilidad de pagar las cotizaciones sociales de los trabajadores del sector turístico si se quiere evitar una hemorragia de despidos.