Corto Maltés, el marinero de corazón veneciano que siempre deja rastro
#AguardoElDía, episodio 14. La autora emprende la búsqueda de uno de los grandes aventureros del cómic dejándose guiar por los pasos de 'Coccolone', el gato que habita en plena libertad en la calle Garibaldi
#AguardoElDía con más sueños por cumplir y nuevos rincones por los que dejarse sorprender. Así que decido permanecer en Venecia.
Sería una locura marcharse ahora que he descubierto la parte de atrás… (Y dejado que ‘Coccolone’ se colara por mi ventana).
Además, este gato tan cautivador tenía pinta de haber vivido, al menos, seis de sus siete vidas en Venecia, y parece predecir mi ansia en sus andares.

Tras los pasos de Coccolone en busca de Corto Maltés, la autora atraviesa un pasadizo del siglo XVII. (Foto E21).
De tal modo que, siguiéndolo, yo misma empecé a sentirme un poco como Corto Maltés. Ese marinero de corazón veneciano que siempre regresaba a la mágica ciudad de los canales. También yo vuelvo a Venecia, siempre.
Inevitablemente, además. Entrego mi razón a Coccolone, la razón de los viejos y la de los marinos. Y sin perder su rastro, voy tras él partiendo desde la calle Garibaldi.
Me digo a mí misma que seguir a un gato por la calles de Venecia es, también, libertad. Ladea ligeramente su cabeza y, con un discreto maullido, se cerciora de que me desvío por el callejón correcto y aún lo sigo.
De repente, todo bullicio desaparece y las calles se ensanchan en vez de estrecharse. La ropa tendida al sol, de lado a lado de la calle, en las ventanas de las fachadas de las casas (esta vez sí, venecianas), salpica el cielo de este viaje alternativo.

Góndolas en las inmediaciones del Puente Rialto, visibles de una de las calles menos transitadas. (Foto E21).
Por un instante, pareciera que estoy en Nápoles en vez de en Venecia. Después de todo, es uno de esos jueves al sol (que casi son los nuevos viernes). Y Coccolone cuenta con toda mi curiosidad a su favor.
Nos detenemos al margen de un pequeño canal y compartimos el aire con unas gaviotas que holgazanean, sin más, aprovechando la buena temperatura. Enseguida, me doy cuenta de que este gato caprichoso va a revelarme rincones fantásticos.
Está claro que es un libertario y tan diestro como un abuelo en contarte una vieja historia. Porque, al bajar la mirada (distraída como estaba con el baile da camisas al viento), veo ante mí un deteriorado local… Con tantas capas de pintura como vidas tiene un gato.

Como un rincón de cine, palacete del siglo XVI, accesible solo a través del rastro que deja Corto Maltés en la Venecia secreta. (Foto E21).
Dejando a mi espalda la Via Garibaldi, a escasos 300 metros, y sin abandonar aún el barrio del Castello, Gris industrial bajo las costras desconchadas de un rojo sobre otro, seguramente por décadas, y dos sillas por fuera de la puerta. Una invitación, quizá.
Las ventanas abiertas de par en par, y arrebatadamente indiscretas, nos muestran los pensamientos de quienes por allí pasaron y aún se detienen. Sus retratos en cartel y pósters, también.
A un lado en la pared de fuera y junto a la bandera (pero como si no formara parte de la fachada), un pequeño altar dedicado al Sagrado Corazón de Jesús con unas flores en ofrenda permanente.
Y la bandera… También roja, con una hoz y un martillo. Lo cierto es que los rostros que se exhibían en las paredes eran los del Ché, Lenin, Karl Marx y Engels.

Partido Comunista de Venecia, refundado y mártir, en un canal trasero de Garibaldi, junto a una imagen del sagrado Corazón. (Foto E21).
Lo cierto es que Coccolone nos había conducido hasta la sede del Partido Comunista italiano, o ‘Rifondazione Comunista’, tal cual luce sobre el quicio de este viejo portón.
Un auténtico secreto entre estas callejuelas de la ‘Corte Nova’ que parece trasladarnos, de lleno, a los fotogramas del neorrealismo italiano.
De pronto, no supe si serían Gerard Depardieu o Robert De Niro, recién salidos de ‘Novecento’, en vez de Corto Maltés. Suena la música de un acordeón, más allá de mi evocadora memoria, y alguien me sonríe antes de decirme su nombre.
Para seguir leyendo
Episodio 1. Maracuyá con yogur de Florencia al Antico Caffé de Vegueta.
Episodio 2. Trentemoult, a sólo 10 minutos de Julio Verne.
Episodio 3. Bayona y la playa de ‘La Barra’cambian la rotación de la tierra.
Episodio 4. Biarritz me regaló la espuma del mar.
Episodio 5. Lyon te zambulle en una piscina de bolas.
Episodio 6. Asakusa, donde curas el presente y aceptas el pasado.
Episodio 7. Sumo japonés, la lucha de colosos que todo lo purifica.
Episodio 8. Kyoto, la ciudad que jamás olvidarás.
Episodio 9. ¿Quién se atreve con las mil puertas ‘torii’ de color naranja de Kyoto?
Episodio 10. Isabel II y Paddington, lo que asoma a los ojos de la gente.
Episodio 11. ‘Shaná Tová’, granadas, manzana, miel y ‘shofar’ en el año nuevo judío.
Episodio 12. Río, la balada ‘mais linda’ del mundo.
Episodio 13. ‘Coccolone’, el gato gris que se coló por mi ventana de Venecia.