‘Coccolone’, el gato gris que se coló por mi ventana de Venecia
#AguardoElDía, episodio 13. La autora recupera la esperanza frente a la turistificación que rodea a la veneciana Bienal de Arte, cuando un mimoso gato gris de ojos verdes "vino a verme porque mi mirada no buscaba lo que todos los demás"
#AguardoElDía en que todos esperen lo mejor y los lunes sean todos al sol, pero porque sí. Por gusto y no por necesidad. Ni por rabia, que nos fuéramos de mañanita sólo porque el sol salió igual para todos.
Y nos dio la gana. Y que a todos les llegue hasta el alma, como los besos robados. Bajo un cielo siempre pintado de azul y un mar infinito que, sin embargo, tenga fin para quienes buscan otra orilla.
Sin más despedidas que las que uno quiera ni más lágrimas que las que brotan de alegría y se consumen en los ojos. No caen, ésas… Se asoman, sin más.
Y los martes y los miércoles, todos al sol. Los jueves, también, y por qué no. Laborables o festivos. Sí, también el día de ‘Todos los Santos’, porque celebramos la vida y no la muerte (por más que se empeñen).

Nadia Jiménez, junto a los canales del barrio judío, delante de un palazzetto (en rojo) del siglo XVI. (Foto E21).
Porque nos da la gana, porque nos apetece mirar sin dejar de mirar. Y siguiendo los pasos del Arte, encontré el centro de gravedad en la calle Garibaldi, antes gastada por los venecianos y ahora desgastada también por los turistas.
Pero no fue por Pietro o por Nadia (sí, otra Nadia), sino por ‘Coccolone’. Así lo bauticé. Sólo él abrió una puerta, sí. Hizo de esta visita a Venecia un ‘nankurunaisa’…
Término que usan los japoneses para referirse a la idea de que “con el tiempo se arregla todo”, aquel ‘coccolone’ que vino a mi ventana, me devolvió la esperanza.
Bien es verdad que la Via Garibaldi que me encontré ahora, en esta Biennale del Arte post-pandémica, poco tiene que ver con la que estaba a la sombra de la biennale hasta la última de la normalidad, cuyo lema rezaba “El futuro es ahora”.
La veneciana calle Garibaldi era un broche de excepción hasta que todo cambió, hasta que la bacanal del ‘sin restricciones’ arrambló con tantas cosas llegando más allá de las orillas conocidas, del ‘sin-límite-y-todo-vale-que-el-mundo-podría-acabarse’.
Era una calle de comercios de toda la vida donde te evadías del corazón más turístico del entorno de la Plaza San Marcos y el hiper-transitado Puente Rialto.
Hasta tal punto era la ‘garibaldina’ vía una sencilla calle, llena de comercios de toda la vida y un kiosco de prensa a la entrada de los Jardines que bajan hasta la Laguna, que los gatos también paseaban por ella.

Gondolero veneciano en plena maniobra fotografiado desde lo alto del puente de la Academia. (Foto E21).
Y hubo en el pasado quien también se creyó gato y organizó su propia muestra, que no mercadillo. El colectivo SPV (Servicios Públicos Visuales) exponía en estos otros escaparates y en paralelo a la Bienal oficial.
“Con la intención de acercar el Arte al público”, decían… “Para liberarlo del monopolio de los grandes mecenas que realizan obras para expertos”, dijeron. Hasta que callaron.
Ahora se han reconvertido en alquileres vacacionales, más lucrativos tras dos años de ‘secano’. Y así, sin más. Tras el uso de mascarilla quirúrgica y pasaporte de vacunación, los ‘utopistas concretos’ mutaron.
Y toda aquella corriente de mensajes irónicos en las vitrinas de los pequeños establecimientos de la calle Garibaldi, un puente después del ‘Arsenale’ y a rente de la imponente laguna, se esfumó. También sin más.

Garibaldi, una de las calles con personalidad propia en Venecia que sirvió de aventuras para Corto Maltés, en una noche de luna llena. (Foto E21).
Y aquel lema de que “hay artistas que no saben que son artistas”, con el que los humildes propietarios de los colmados y mercerías, que se convirtieron en parte de una iniciativa artística… Se volvió pasado.
(Perlas ensangrentadas bajo sus aguas pasadas).
Si fue verdad aquello de que el futuro era ahora, lleva máscara también y pretende ser de cristal de Murano. Pero quedaban los gatos, insisto. Aquel ‘coccolone’ que vino a mi ventana de la habitación 103.
No miraba a la Laguna y luego supe el porqué. Aquel ‘gatto grigio con occhi verdi’, aquel gato gris de ojos verdes vino a verme porque mi mirada no buscaba lo que todos los demás.
‘Coccolone’ es como llaman los italianos a los mimosos. Y yo lo soy, mucho. Pero aquel gato gris de ojos verdes que acariciaba con sus dos patitas el cristal de mi ventana para que la abriera a su mundo, lo era aún más que yo.
Así que no podía llamarlo de otra manera, ni tampoco resistirme a ver el brillo de la laguna reflejada en sus ojos, aunque él caminara por los viejos tejados de la parte de atrás… Bendita habitación 103, pues.
Y de repente, la Via Garibaldi recuperó toda su autenticidad. Yo caminaba mirando a ambos lados, contemplando la parte trasera de todo y de todos. Era como si fuera Wong Kar-wai y me dispusiera a pasar la tarde espiándolos a todos, a los venecianos, desde atrás.

Nadia Jiménez, junto al puente qe conduce a Garibaldi. Al fondo, Santa María de la Salud. (Foto E21).
Veía Venecia por la espalda, en los reflejos de cristaleras y vitrinas indiscretas, y en el descuido de las ventanas entreabiertas. Casi podía escuchar el compás del tres por cuatro de la vida al pasar, como un vals. El del deseo.
Pero, sobre todo, en el brillo de aquellos ojos verdes. Y en su mimo, la respuesta de la gente al pasar, que aún se interrogaban sobre si ‘coccolone’ formaba parte de la Biennale o no. Para mí, estaba claro.

‘Coccolone’, el gato gris de ojos verdes que se cuela por la ventana de un hotel de Venecia. (Foto E21).
Para seguir leyendo
Episodio 1. Maracuyá con yogur de Florencia al Antico Caffé de Vegueta.
Episodio 2. Trentemoult, a sólo 10 minutos de Julio Verne.
Episodio 3. Bayona y la playa de ‘La Barra’cambian la rotación de la tierra.
Episodio 4. Biarritz me regaló la espuma del mar.
Episodio 5. Lyon te zambulle en una piscina de bolas.
Episodio 6. Asakusa, donde curas el presente y aceptas el pasado.
Episodio 7. Sumo japonés, la lucha de colosos que todo lo purifica.
Episodio 8. Kyoto, la ciudad que jamás olvidarás.
Episodio 9. ¿Quién se atreve con las mil puertas ‘torii’ de color naranja de Kyoto?
Episodio 10. Isabel II y Paddington, lo que asoma a los ojos de la gente.
Episodio 11. ‘Shaná Tová’, granadas, manzana, miel y ‘shofar’ en el año nuevo judío.
Episodio 12. Río, la balada ‘mais linda’ del mundo.