Chaika, la marioneta que nos acecha en el espejo de la vida
Excelente espectáculo de la compañía Belova-Iacobelli en el Guiniguada y La Granja: No sabemos con exactitud a partir de qué momento dejamos de ver en el espejo quienes fuimos y, sin embargo, no somos capaces aún de ver en quiénes nos hemos convertido
Compañía Belova-Iacobelli y ‘Chaika‘, la que fuera su primer creación juntas… ‘Tchaïka’, vocablo ruso que significa gaviota y que, por supuesto, hace referencia directa a ‘La gaviota’ de Chéjov. Pero ésta tiene una doble identidad, marioneta y actriz sobre el escenario.
Llega a Canarias la Compañía Belova-Iacobelli, belgo-chilena y nacimiento en Santiago de Chile, durante el Festival ‘La Rebelión de los Muñecos’ de hace justo una década.
Desde el desgarro existencial más microscópico de la vida desde la visión de Chéjov, hasta la naturalidad sin tapujos de las marionetas contemporáneas para hablarnos de lo divino y lo humano, sobre todo, esto último.
La actriz y directora chilena Tita lacobelli y la marionetista belgo-rusa Natacha Belova desembarcan en el ‘Mapas Fest’ del Archipiélago Canario. Este jueves en el Guiniguada de la capital grancanaria y el viernes, en el espacio ‘La Granja’ de santa Cruz de Tenerife.
La marioneta, ‘Chaika’, es el personaje principal con el que interviene, a veces desde un segundo plano, Tita Iacobelli… Quien, en realidad, maneja todos los planos de la actuación.
Premio Mejor espectáculo y Mejor actriz 2018 (por el Círculo de Críticos de Arte de Chile). En ese mismo año, Premio ‘Clap’ a Mejor puesta en escena (por votación popular), también en Chile.
Y Premio Maeterlinck de la Crítica en la categoría ‘Mejor Solo’ en 2020 (Bélgica). Y nominada también al Premio Maeterlinck de la Crítica en la categoría de ‘Mejor actriz’ (Bélgica, 2020)… Entre otros.
Realmente, no sabemos con exactitud a partir de qué momento dejamos de ver en el espejo quienes fuimos y, sin embargo, no somos capaces aún de ver en quiénes nos hemos convertido.
Es como ese rumor que de boca en boca va, saltando por los alrededores, sin enterarnos (o querer enterarnos), de que cuanto tu boca aún sostiene… Nada tiene que ver con lo que tus propios ojos hace ya tiempo se percataron.
Y esto lo expresa muy bien Belova-Iacobelli en escena, porque la marioneta, de tamaño natural, se convierte en el doble de uno mismo. Son, en verdad, dos personajes que conforman un mismo papel.
Hasta el punto que llegas a olvidar la presencia del animador. Después de todo, es la actriz y, especialmente, otro momento en la vida del personaje interpretado.
Es casi como si todos lleváramos un espejo a cuestas que nos permitiera tener constancia de aquello que el resto ve, de lo que nos percatamos nosotros mismos y por supuesto, de todo cuanto finalmente somos.
Es ésa doble presencia propia con la que la vida nos confronta continuamente, pero que en el escenario de Belova-Iacobelli se visualiza claramente.
Y es que este tipo de marioneta es capaz de conectar con el espectador de manera natural, y tocar tus emociones hasta el punto de colocarte en el lugar de la actriz. Llegar a creerte ella y remover tus adentros como lágrimas que se resisten a caer. Cuando de conectas con tu marioneta hasta tal punto como éste… La vida se derrumba para volver a levantarse, sin duda.