¿Café-Tertulia o Twitter?
Café Comercial cerró después de 128 años formando parte de la vida de los madrileños. Da la sensación que los cafés con tertulia no son rentables. No lo suficiente. En Las Palmas echaba el cierre el del quiosco modernista de San Telmo las Navidades pasadas.
Parece ser que el coste del alquiler en la concesión de tan emblemático edificio rondaba los 3.500 euros, y que los cafés, por más que se acompañen de profundas charlas a cargo de literatos y otros personajes cotidianos de la sociedad, no dan para tanto.
Afortunadamente, en Las Palmas quedan aún otros rincones señeros que han sido siempre punto de encuentro de la vida social y cultural de esta capital, como el Café Madrid, cuya terraza está activa desde 1900. Escenario casi natural ya para quienes han entregado sus convicciones al arte, arropa sus charlas con vocación. Ojalá dure siempre.
¿Conversar o teclear la información? Eso sí, adaptando el idioma en su gramática y sintaxis al límite de caracteres que te imponen las redes sociales. La charla animada con tu grupo del cafetín sobre la actualidad (tan caliente como el mismo café), o la clave del wifi para mantenerte en aislada comunicación.
Quién sabe… Hacer historia y formar parte de ella, o ser espectador desde tu tablet y compartirla con un clic… Ser feliz o entrar en la inmortalidad, le preguntaba la madre a Aquiles antes de la batalla de Troya. Y sobre todo, ¿dónde hallarla hoy en día? En tertulia de un humeante café o retuiteando el último ‘top trending’.
El Café Comercial, el más antiguo de Madrid (1887), estaba en manos de los hijos de María Isabel Serratacó Contreras e Isabel Contreras, las propietarias del café. Cuarta generación ya para el mejor café del año 2000 en España, con el título de establecimiento centenario de Madrid.
En esencia, el café-tertulia de siempre, el de los Hermanos Machado, Jardiel Poncela, Mingote o Jaime Capmany de entonces. Pero también el de Claudio Coello, Francisco Umbral, Terele Pávez y Antonio Muñoz Molina. El mismo del que Camilo José Cela decía en ‘La Colmena’ que las mesas eran lápidas puestas del revés. Tantas tertulias, también anónimas, y con el maestro Felipe con su chaqueta blanca y bandeja en ristre.
Hasta un chotis propio, compuesto por Marcial Guareñio, con letra de Alfonso Muñoz. En su planta alta, club de mus y de ajedrez, de siempre. Pero también café internet adaptado a los tiempos y una agenda cultural mensual que incluía actividades para los más pequeños.
Todos fueron ‘Charlie’
Su especialidad, el chocolate con churros y las palabras de todos. El 7 de enero fueron ‘Charlie’ y ese mismo mes, protagonistas del libro “50 Cafés históricos de España y Portugal”, de Fernando Franjo. En abril, nos recordaban el año de secuestro de las 200 niñas de Boko Haram con el actor Javier Cámera, y en junio agradecían a Juan García Armendáriz su visita.
Fueron los precursores de los ‘cafés pendientes’ en España desde 2012. Tenían cuenta activa en Twitter y en Facebook, desde donde difundieron el comunicado anunciando a todos su cierre hace una semana. Así, sin mirar a los ojos con un humeante café servido por Felipe, echaba el cierre el café-tertulia del Nº 7 de la Glorieta de Bilbao de Madrid. A través de las redes sociales.
En su web, aún activa, en el link de ‘contacto’ puede leerse: “Regentar un café te hace experto en muchas cosas y escuchar es una de ellas. Ponte en contacto con nuestra cafetería en Madrid, estaremos encantados de escuchar tus propuestas y sugerencias”
A mitad de junio habían servido nada menos que 9.000 cafés y bocadillos pendientes, pero no se despidieron de sus parroquianos (como llamaban a sus habituales). Ya no los escucharon más. Y sus cristaleras se llenaron de ‘post it’ con interrogantes de sabor a café.
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