Brahim Gali acrecienta su leyenda en El Magreb
El número 1 del Polisario afronta un nuevo desafío al volver a España de incógnito en un viaje de película desde Argel a Logroño. Marruecos cambió la estrategia del Sáhara cuando Gali tomó el poder
Brahim Gali acrecienta su leyenda como uno de los líderes del Magreb de los últimos 60 años.
Gali, militar, político y cofundador del Frente Polisario, protagonizó este mes de mayo de 2021 uno de los episodios más intensos de su dilatada biografía, al ser hospitalizado de incógnito en España.
Su ingreso en una clínica de Logroño está salpicado de un hermético misterio, desde el diagnóstico (un posible Covid) hasta el traslado desde Argel en un avión medicalizado.
Brahim Gali nació en suelo español hace 73 años, en la pequeña ciudad de Esmara, un cruce de caravanas de camellos considerada destino espiritual por el Islam desde el siglo XIX.
Con 20 años entró como agente de la policía nacional del Sáhara Occidental hasta que se pasó al grupo de resistencia contra la ocupación española que dio lugar al Polisario.
A comienzo de los 70 del pasado siglo, Gali se convirtió en proscrito para las tropas españolas que claudicaron en 1975 ante los acuerdos de Madrid que entregaban El Sáhara a Marruecos.
El Polisario (institucionalizado con la muerte de Franco como República Árabe Saharaui Democrática, Rasd) combatió primero a España y luego a Marruecos. Jamás ha renunciado a la independencia y, en ese camino de altibajos diplomáticos, Gali ha estado siempre en primera fila.
La fuerte conmoción política tras su llegada a España, aquejado de una enfermedad que precisa asistencia europea, convierte a Gali en un dirigente que supera la condición marginal que Marruecos atribuye al Polisario.
Gali no es Haidar, la activista saharaui que promovió en 2009 una huelga de hambre en Lanzarote que dio al traste durante semanas el equilibrio entre España y Marruecos. “Gali es, posiblemente, el mayor estadista que ha tenido la causa saharaui“, afirma un veterano de guerra residente en Las Palmas, M.L., que ruega el anonimato.
Brahim Gali es el segundo presidente de la Rasd tras la muerte en 2016 de Mohamed Abdelaziz, pero su condición combativa supera con creces a su antecesor, sumido durante años en una fatigosa negociación con Naciones Unidas y la comunidad internacional mientras Marruecos diseñaba un gobierno de autonomía para El Sáhara similar a Canarias.
Desde que fue delegado del Polisario en España, proclamaba la vuelta a las armas contra Marruecos, “el único lenguaje que conoce. No nos vamos a rendir jamás“.
El día que Gali se hizo con el poder, Marruecos cambió de estrategia. Olvidó de la autonomía, se abrió aún más la Administración de Trump (como trampolín americano para El Magreb) y promovió, en paralelo, contratos de compra-venta de armas con Rusia. Entre 2019 y 2021 ha inaugurado más de un docena de consulados en El Sáhara, entre ellos, el de Emiratos Árabes Unidos.
A finales de 2020, Rabat firmó un acuerdo histórico con Israel para el comercio bilateral y la aviación civil a cambio de que Estados Unidos reconociera la marroquinidad del Sáhara.
Pese a las divisiones internas en la dirección del Polisario entre partidarios de seguir con el status quo (cambiar todo para que nada cambie), Gali ha seguido siempre su instinto y, en noviembre de 2020, puso fin al alto el fuego de Naciones Unidas, vigente desde 1991.

Cascos azules tratan sin éxito de disolver el asentamiento saharaui del Guerguerat, bajo la custodia de soldados marroquíes con fusiles, en 2020.
Un insignificante altercado en la frontera con Mauritania (El Guerguerat), dio pie a escaramuzas militares con fuego real desde la zona desértica que no controla Marruecos.
Desde entonces, la agencia oficial Sáhara Press da cuenta de las acciones bélicas contra Marruecos en el asalto a varios puntos calientes del muro de arena (2.000 kilómetros) construido por el régimen alauita para frenar el paso del Polisario a lo largo de un desierto cargado de minas (7 millones).
El 8 de abril de 2021, un dron marroquí con sofisticada tecnología militar acabó con la vida del comandante de la guardia nacional de la Rasd, Adah Al Bendir, uno de los mandos de más alta graduación.
Bendir murió en una operación contra Marruecos pero lo relevante del episodio es que Gali pudo estar presente. La agencia France Press emitió un despacho atestiguando que el presidente de la Rasd y secretario general del Frente había sobrevivido de milagro.
Su llegada a España sin notificaciones oficiales despertó más suspicacias. El jueves 22, aterrizó en un avión medicalizado dispuesto por el Gobierno argelino. Viajó a Zaragoza y se desplazó en ambulancia hasta Logroño.
Al parecer, la ministra de Exteriores, Arancha González Laya, informó sobre el terreno al Gobierno marroquí, que lo filtró a la prensa digital en cuestión de minutos.
Desde ese instante la alarma se disparó en todo el Magreb y en Europa. El Sáhara es el factor determinante del cierre de fronteras desde 1994 entre Argelia y Marruecos, 2 países claves para el equilibrio europeo que no han dejado de armarse hasta los dientes cuando tienen a su espalda la guerra civil que sufre Libia.
El ingreso de Gali se tensó de tal manera que cogió por sorpresa a la delegación del Polisario en España. Su director, Abdulah Arabi, se encontraba el viernes 23 en Las Palmas, en un acto del Cabildo de Gran Canaria para mandar 1,2 millones de kilos de gofio en ayuda humanitaria a Tinduf. Sus declaraciones a la prensa resultaron inespecíficas.
Los foros marroquíes plantearon que entró con pasaporte falso, bajo otra identidad. Aseguraron que padecía Covid y cáncer de hígado o que sufría severas heridas por el ataque del dron. “Gali en estado puro. Así es él, nos sigue sorprendiendo. Siempre fue intrépido. Estoy convencido que ni se lo dijo a la junta de jefes para que no le estropearan la operación“, recuerda el jubilado saharaui que vivió en El Aaiún antes de la Marcha Verde.
Cuando Gali dejó la oficina de Madrid, se convirtió en el delegado de Argel. Salió deprisa de España al admitirse a trámite una querella por delitos de presunta lesa humanidad presentada por la ong Asadedh, en la que quedaba imputado.
Es quizá la única causa que le ha movido las entrañas. Sus partidarios niegan las acusaciones. “No ha cometido esos delitos de torturas y asesinatos. Es una campaña de imagen promovida por Marruecos“.
La Audiencia Nacional reabrió la causa hace pocos meses coincidiendo con el viaje del ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, a Rabat para mediar en el conflicto migratorio a Canarias.
Asadedh, que ha solicitado al juez que se deduzca testimonio a Gali, tiene sede en Madrid y al frente de la asociación está Ramadan Messaud, un lobbista saharaui que goza una enorme influencia en España, Marruecos y Mauritania.
Se formó en la Universidad de La Laguna, habla 4 idiomas y es miembro del Consejo Consultivo Real para Asuntos Saharauis (Corcas) y vinculado al Movimiento Saharaui para la Paz, de reciente creación.
Por ahora, Messaud ha sido el único que ha puesto contra las cuerdas a Gali gracias al procedimiento de la Audiencia Nacional.
Pero ni eso ha detenido su vuelta a España después de 14 años, para demostrar por qué su nombre ya figura en los libros de historia al impedir, con su personalidad, visión y coraje militar, que la soberanía del Sáhara Occidental pase a manos de Marruecos.