Bolonia el gran secreto del ‘Arco de los Susurros’
#UnViajeUnInstante, relato 17. En su itinerario del mundo, la autora constata bajo los pórticos de San Petronio y San Doménico que la ciudad italiana más universitaria de Europa, cuenta voces que caminan por bóvedas y por paredes que oyen promesas de futuro
#UnViajeUnInstante y, siempre, un nuevo horizonte por descubrir. Además, después de asomarme a ese balcón, yo no podía esperar el regreso del alba sin escuchar los susurros.
Aquellos susurros que lo delataban todo y que, según me habían dicho, podían escucharse en el lado opuesto. Siempre y cuando los compartieras con la persona indicada, claro.
Así que volví a subirme al tren. Volvimos a sentarnos junto a la ventanilla con el interés puesto en todo cuanto pasaba fuera, y nos entregamos a las promesas de su traqueteo. Porque a tan sólo una hora de Verona, nos lo diríamos todo. Quizá.

Bóvedas de San Petronio y San Doménico, donde las paredes oyen. Al fondo, la estatua de Neptuno. (Foto E21).
Llegamos a Bolonia con la promesa de los susurros. Y enganchados del brazo del futuro, buscamos ese instante. Nos encaminamos bajo las arcadas renacentistas hacia adelante como único rumbo, y dejamos la estación de trenes a nuestra espalda.
La vida entera estaba allí, toda ella, dispuesta a cuidar de lo que nos hacía feliz. Las torres medievales de la ciudad curioseaban desde lo alto, alguna inclinada como la de los ‘Asinelli’, casi queriendo saber qué buscábamos.
Rumbo a ese casco antiguo medieval, el segundo más grande de toda Europa (después de Venecia, claro), respirábamos Bolonia… “La Dotta, la Rossa e la Grassa” (la Docta, la Roja y la Grasa), y claro, era ella la que decidía.
Porque es la ‘docta’, con una de las universidades más antiguas de Italia; la ‘roja’, por el color bermejo de sus tejados de la Edad Media. Y sí, cierto, la ‘grasa’ porque se come de ensueño y sin conciencia (como los ‘tortellini in brodo’, servidos con caldo).
Así que los sentidos no hacían otra cosa que distraerte a cada paso, y todo color, aroma o sabor te sumergía en un universo de sensaciones que, en medio del bullicio de ese trajín cotidiano de los boloñeses, no te dejaban escuchar los susurros.
Pequeña pero tan ajetreada que juega contigo a que te pierdas en sus tentaciones, como la cultura del café… Corto pero tan intenso que te hace girarte, y dar media vuelta sin abandonar el mismo punto del pórtico, para volver al mostrador de las tazas.
No importa si fue ‘ristretto’ o ‘macchiato’. Simplemente, necesitas sentirlo otra vez en tu paladar.
Bolonia te obliga. Pero con gusto. Te marca el paso hasta el punto que debes mirar al cielo y buscar la curiosidad de sus ‘Torres Gemelas’, para no olvidar qué querías hallar.

Bolonia te marca el paso en cada rincón para que saborees su historia. En la foto, la autora en una de las vías principales al casco antiguo. (Foto E21).
Con el sabor a café aún en los labios, casi tuvimos que hacer un ejercicio de disciplina para avanzar hacia la ‘Piazza Maggiore’. Al fin, el ruido comenzaba a disiparse y nuestros oídos recordaron que andaban tras unos susurros.
Porque en Bolonia se hace cierto aquello que dice que las paredes oyen y, poco antes de llegar a la plaza, ya estábamos exactamente donde nos dirigíamos.
Justo debajo de los pórticos del ‘Palazzo del Podestà’, en el pasillo donde se hallan las estatuas de San Petronio y San Doménico, bajo la ‘Torre dell’Arengo’… Nos detuvimos mirándonos para, inmediatamente, dejar de hacerlo.
Nos dimos la espalda y nos acercamos cada uno al muro que teníamos justamente delante, pero en sentido opuesto. Enfrentados pero sin mirarnos, rodeamos nuestras bocas con las manos para proteger todo aquello que queríamos decirnos. Y lo susurramos al muro…

Arcos de los Susurros, con la autora comprobando que el sonido es perfecto desde el lado opuesto. (Foto E21).
Sembrando de palabras aquel presente de piedra, llenamos de promesas el eco del futuro. Y nos escuchamos al oído. Sonreímos y nos reímos, claro. Nos giramos para, esta vez, intercambiarnos de posición y pared. No fuera a ser que nuestros deseos cambiaran…
La bóveda del techo hace que las voces se escuchen a la perfección, pero has de ponerte bajo uno de los dos Santos, claro. Y lo comprobamos. Si no es bajo ellos, sino en las otras dos esquinas, no funciona.
Quizá estos susurros sólo quieran testigos de tantas promesas. Cuentan que este rincón es uno de los secretos de la ciudad, pero Bolonia entera está llena de ellos al caer la tarde. Seguramente, algún día del pasado, fueron pronunciados bajo San Petronio y San Doménico, en el ‘Arco de los Susurros‘.

Bolonia disfruta de una gran actividad cultural, como el festival de cine. En la foto, el cartel de 2019, con Michael York y Liza Minnelli, protagonistas de ‘Cabaret’. (Foto E21).
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