Biarritz me regaló la espuma del mar
#AguardoElDía, episodio 4. Cuenta la leyenda que unos balleneros se salvaron del naufragio gracias a la luz de la Virgen de la Roca. Hasta Eiffel levantó un puente para contemplar uno de los atardeceres del País Vasco Francés que jamás olvidarás
#AguardoElDía sin abandonar las olas y con el puñado de salitre que guardé en el hueco de mi mano, con mimo. Después de todo, arde la calle al sol de poniente y me resisto a que caiga la noche.
Así que, bajando por la misma costa (no te diré si nadando gracias a la cola de sirena o a pie por el paseo marítimo, como el común de los mortales), pero entre ambos países aún…
Resulta imposible que la mente no vaya por libre hasta otras épocas, atrás en el tiempo, ante la visión de aquel mar tan bravo, que es espejo de tantas historias como se cuentan.

Biarritz ha logrado casi la perfección, entre la excelencia de sus costas, alojamientos y entorno verde. En la foto, la autora junto a una explosión de flores de mundo. (Foto E21).
De balleneros que se salvaron del naufragio gracias a la luz que los guió, y que erigieron una estatua de la Virgen sobre la roca donde pisaron tierra firme, frente a la costa de Biarritz.
Un islote al que puedes cruzar por un puente de leyenda… La ‘Roca de la Virgen’ parece emerger del mismo mar que la azota sin parar. Y en su cima, una virgen con el niño en brazos.
Unida a la costa por una pasarela construida por Gustave Eiffel, invita a pasar al otro lado, sin más. (Y sí, has leído bien, por el mismo constructor de la Torre Eiffel de París).
Lo cierto es que 22 años después del suceso milagroso vivido por aquellos pescadores, el famoso ingeniero facilitó acceso y glamour hasta la pequeña roca.
Visita obligada de todo el que pasea por Biarritz y sueña con un atardecer distinto, la ‘Rocher de la Vierge’ (patrona de los pescadores, claro), se asoma al mar más que nada en este perfil salado de mis viajes. Y se me hace inevitable. Imprescindible.
La boca me sabe a sal aún antes de que me salpique la espuma del mar, tan blanca como la estatua y, seguramente, tan blanca como la misma luz que vieron los pescadores aquella madrugada de 1865.
Se diría que, no sólo un barco, sino nada en el mundo podría naufragar después de contemplar las vistas de las que se disfruta desde allí.
¡¡Cómo no iba pues a alimentar la fantasía de un personaje como Gustave Eiffel…!!
Llegados a este punto, todo lo que alguna vez escuchaste decir sobre Biarritz, se convierte en palabras huecas. Y no sabes si pedirle a la Virgen volver por donde viniste o bien, que te devuelva la cola de sirena y te eche de nuevo al mar.
Para seguir leyendo:
Episodio 1. Maracuyá con yogur de Florencia al Antico Caffé de Vegueta.
Episodio 2. Trentemoult, a sólo 10 minutos de Julio Verne.
Episodio 3. Bayona y la playa de ‘La Barra’cambian la rotación de la tierra.
Episodio 5. Lyon es capaz de crear una piscina de bolas sin agua.