Acaba una operación titánica
La ingeniería naval y portuaria escribirá con letras mayúsculas la operación titánica en el Canal de Suez.
Mover a un coloco de 400 metros cargado hasta la bandera, como el buque de Evergreen, ha supuesto un esfuerzo inversor, técnico y humano sin apenas precedentes.
Por un lado, el atasco del Canal conmocionó a la economía mundial hasta el punto de que tan pronto se desencalló el barco, el barril de petróleo bajó un 2%.
Por otra parte, las autoridades portuarias de Egipto y las grandes navieras deberán tomar nota de los riesgos. Esta vez salió bien, pero los trastornos y el impacto financiero en los mercados quitó el hipo a la comunidad internacional y la economía no está para sustos en medio de la pandemia por Covid.
En otros puertos más lejanos que en los 70 se beneficiaron del cierre de Suez por razones políticas y bélicas, podrían aprovechar la ocasión para impulsar reformas en sus terminales, como la necesidad de renovar las grúas para dar servicio a los grandes portacontenedores.
La competencia redunda en la productividad y viceversa. El siniestro del Canal de Suez ha generado una onda expansiva de la que tardaremos en reponernos pero, como en toda crisis, siempre hay oportunidades.