8M, nadie muere entre las flores, sino ante su ausencia
#DesdeMiVentanaVerde, episodio 10. La autora reconoce que después de todo, es igual de necesario respirar que soñar para poder seguir vivos (...). Hoy, Día Internacional de la Mujer, me acuerdo del amigo Aurelio Ayala. Quizá sea la lucha. Hambre de futuro que sopla con la misma fuerza que el viento del Pinar
#DesdeMiVentanaVerde, sabiendo amar, compruebo que es tiempo de certezas. Y que desde esta misma ventana verde, vi pasar los 365 días con la misma oscuridad que cuando me asomé al fondo de los ojos de la joven Oxanna. Al final del verano, regresó a Kiev.
Y aún 12 días más, para recordar entonces que, en el último 8M, al Día Internacional de la Mujer lo llamé Osipova. Yelena Osipova, la anciana jubilada rusa, superviviente del Sitio de Leningrado, que salió a las calles de San Petersburgo a manifestarse en contra de la guerra de Putin.
Pacíficamente, claro, con pancartas pintadas por ella. Y entre niñas que ofrecían flores. A todas se las llevaron y a todas callaron. Aquello pasó y lo sabemos porque fue contado. Acabó y, con el reclutamiento forzoso, vino el silencio.
Y hoy lo recordamos como si esta ventana nunca hubiera estado pintada de verde. Pero así fue y aún es. Ya no sé si marchó calle arriba o calle abajo, porque el presente lo apaga todo. Pero marchó.
Sé que así fue porque la memoria lo guarda en el hueco de su mano, como quien protege las alas de una mariposa hasta que vuelva a emprender su vuelo.
También ellas llevarán sus historias, qué más da si calle arriba o calle abajo… Nadie muere entre las flores, sino ante su ausencia. Y es esa visión de todo cuanto está ausente, del espacio vacío evidenciando el abandono, la que en realidad, empuja al renacimiento de la vida.

La autora (segunda por la derecha) junto a las ucranianas del stand ubicado en la Feria del Libro. A la izquierda, la joven Oxanna, con flores en la cabeza.
A la libertad de movimiento y a la intimidad, a un tiempo. Después de todo, es igual de necesario respirar que soñar para poder seguir vivos. Es, en definitiva, una invitación a la vida después de que la mirada descubrió tanta belleza alrededor.
No cabe ya otro deseo después de descubrir la intensidad de las horas, y el aliento más terrible. No lo hay. Espejos de los contrastes que nos rodean, nos volvemos soñadores de realidad.
Y evocadores de la memoria también, al menos, desde esta ventana verde. Sólo entonces, al caer rosado de esta tarde de mujeres en la que ya nada supe de Osipova, pero tampoco de la joven Yana (caída en Bakhmut), me animo a contar otra historia…
Quizá fuera la brisa. Sopla de nuevo esa brisa enérgica que aquel día me estremeció en el extremo más occidental de este Archipiélago. Una brisa recia, que no lograba, sin embargo, distraerme de la espectacular vista que había alrededor.
Quizá de aquello otro en lo que, precisamente, la mirada no podía tropezar… La libertad.
La luz era generosa cerca de Malpaso, y el sol calentaba con generosidad cualquier espíritu que decidiera ascender hasta el punto más elevado de la Isla de El Hierro, junto a la Cruz de los Reyes.
A unos 1.400 metros sobre el nivel del mar, desde donde todos los sueños parecen posibles. Y donde, un día de hace ya 45 años, el sueño de muchos se hizo posible.
Allí se alza, desafiante y esperanzador, el Monumento al Campesino, un arado de hierro de 16 metros de largo, seis de alto y 3.000 kilos de peso, obra del artista canario Tony Gallardo.
Allí donde Frontera y Valverde se unen. Donde el sol de Malpaso da calor a los sueños. Y yo hoy, Día Internacional de la Mujer, me acuerdo del amigo Aurelio Ayala.
El porqué, no lo sé. Quizá sea la lucha. La que fue y la que aún queda. Hambre de futuro que sopla con la misma fuerza que el viento del Pinar, será. Esta brisa, será.
Para seguir leyendo
Episodio 1. Gueto judío de Venecia, en el verde de la memoria.
Episodio 2. Sátira de la Crucifixión más allá de la plaza San Marcos.
Episodio 3. ‘Ponte Vecchio’, murmullo de voces y sueños.
Episodio 4. Plaza de San Pedro, inmaculada pero descarnada.
Episodio 5. Los olmos del Gianocolo de Roma se inclinaron aquel día.
Episodio 6. Bosque de Bolonia, raviolis preparados en pareja.
Episodio 7. Bruselas y las siete calles que conducen a la Gran Plaza.
Episodio 8. París, la alegría de vivir hecha de miga de pan.
Episodio 9. Turquía y Siria, gana quien sabe amar.