#25N, la violencia que jamás se desconfina
Suena la llave en la puerta y por ella asoma el terror. El amor no saltó por la ventana. Jamás estuvo. Porque ésas no son cosas del querer, así que no nos engañemos
#25N. Variación en la cifra pero no en el drama. En 2019, empezábamos el artículo citando a Platón, recalcando la importancia de recordar, recordarlas. Porque es la única manera de conocer, conocerlas.
Una declaración institucional del Gobierno entero de Pedro Sánchez, sin fisuras en la coalición, y mensaje adicional en vídeo de la ministra de Igualdad, Irene Montero.
Además, propuesta conjunta para la renovación del Pacto de Estado social, institucional y político contra las violencias machistas, aprobado por el Congreso en 2017…
Sí, el mismo que se aprobó con la abstención de Podemos, hoy miembro de este pacto de gobierno que subscribe dicha renovación. (Es lo que tienen las mareas, o las confluencias, que cambian según suban o bajen).
Pero lo que no bajan son las cifras, no lo suficiente. Mucho menos, los dramas. Son 1.074 desde que empezó el cómputo en 2003 y, cada año, nos hacemos eco de la cifra. La nueva cifra…
Este 2020, van por 41 las mujeres asesinadas víctimas de la violencia de género en España.
Acaso las recuerden, acaso las conozcan. El pueblo, las defiende. El pueblo, siempre a la altura. A ras de suelo de la realidad. Vecino, hijo, hermano, padre, abuelo. Vecina, hija, hermana, madre, abuela.
Suena la llave en la puerta y por ella asoma el terror. El amor no saltó por la ventana. Jamás estuvo. Porque ésas no son cosas del querer, así que no nos engañemos.
No existe afecto o desafecto, apego o desapego, que justifique violencia alguna. Una vida no sigue si apagas su luz como mismo la violencia no acaba porque cierres la puerta.
No vale aceptar que la vida siguió sin ellas, 41 menos. Todas ellas supieron lo que era un confinamiento antes de que llegara una pandemia para enseñárnoslo a todos.
Desgraciadamente, no vivieron lo suficiente para conocer lo que era un desconfinamiento de la violencia que las cercaba, ni siquiera por fases. No el tiempo suficiente para que incluso la RAE incluyera esta palabra en el diccionario oficial de la lengua española.
Hoy son sólo sillas vacías, zapatos rojos o manos pintadas, según donde se conmemore sus silencio eterno. Pero aquella llave sonó en su puerta cada día hasta que dejó de hacerlo.
Víctimas de la violencia machista, estaban vivas hasta que un día de este extraño 2020 dejaron de estarlo. Me sobran las condenas cuando me siguen faltando las medidas. Y sobre todo, la prioridad en las políticas públicas, las reales.
Ésas que impiden que la voz de 35 de ellas se apagara aunque no hubieran realizado denuncia previa alguna. También ellas son rosas. También ellas tienen nombre.
Y tienen hijos, hermanos, padres, abuelos. Y son hijas, hermanas, madres, abuelas. Todas ellas vivían en zonas de riesgo y detectaron los primeros síntomas. Murieron antes de que saliera la vacuna.
Una de cada tres mujeres ha sufrido violencia física o sexual, por el simple hecho de ser mujeres… En Europa. .Sí, en suelo europeo. El nombre real del Convenio de Estambul es ‘Convenio del Consejo de Europa sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres y la violencia doméstica’.
Y sin embargo no hay aún una directiva que aborde la violencia contra la mujer y la perspectiva de género.
Hungría, Letonia, Lituania, Eslovaquia, República Checa y Bulgaria no lo han ratificado aún… Pero Polonia, que sí lo ratificó en 2015 (un año después que España), amenaza con abandonarlo. Al igual que Turquía (el primero en firmarlo por ser donde se celebró el mismo).
Hasta ahora lo han ratificado 34 países. Pero es el pueblo quien las defiende. El pueblo, siempre a la altura. A ras de suelo de la realidad.
La importancia del Convenio es que identifica la violencia contra las mujeres como un ataque a los derechos humanos y obliga a los países adheridos a que la conviertan en un delito tipificado y sancionado.
De hecho, países como Suecia, Grecia, Dinamarca o Países Bajos cambiaron su legislación después de la ratificación del Convenio de Estambul, para aspectos como el de que “sin consentimiento, es violación”.
Nos enfrentamos a un nuevo reto de futuro para la mujer en un contexto excepcional como es el de una pandemia, y sus estados de alarma o emergencia derivados.
Naciones Unidas ya ha alertado de la probabilidad de que el número de casos suba a medida que “las preocupaciones por la seguridad, la salud y el dinero aumenten las tensiones”.
Y no olvidemos que ellas ya conocen el confinamiento. Porque nos queremos vivas y ni una menos (#VivasNosQueremos #NiUnaMenos).